Casi el 30% de los pacientes españoles que padecen epilepsia
experimentaron un aumento de la frecuencia de sus crisis en 2020, debido a la
pandemia
- Además, en los primeros meses de pandemia, se produjo
un aumento en el número de personas que experimentó su primera crisis
epiléptica.
- En España, unas 400.000 personas padecen epilepsia:
es la enfermedad neurológica más frecuente en niños y la tercera en
ancianos.
- La demora en el diagnóstico de la epilepsia puede
alcanzar los 10 años.
- No existe evidencia de que la vacuna contra el
COVID-19 por sí misma induzca o desencadene crisis epilépticas y no hay
contraindicación específica para recibir la vacuna por el hecho de tener
epilepsia o tomar fármacos antiepilépticos.
Hoy, 24 de mayo, es el Día Nacional de la
Epilepsia, una de las enfermedades neurológicas más comunes y que, según datos
de la Sociedad Española de Neurología, padecen unas 400.000 personas en España.
Pero además de su elevada prevalencia, es una enfermedad que conlleva una alta
morbilidad, deterioro en la calidad de vida y estigma social.
La epilepsia
es la segunda patología neurológica en años de vida potencialmente perdidos o
vividos con discapacidad. Porque, a pesar de que dispone de tratamiento, la
expectativa de vida de los pacientes con epilepsia se ve reducida entre 2 y 10
años, su tasa de mortalidad es entre 2 y 3 veces mayor que la de la población
general y el 60% de los pacientes asocian trastornos psiquiátricos,
neurológicos o intelectuales. Se trata, por lo tanto, de una enfermedad que
tienen un alto impacto socio-sanitario: solo en Europa, y teniendo en cuenta
que afectaría a unos 6 millones de habitantes, el coste supera los 20 billones
de euros al año.
La epilepsia
puede aparecer a cualquier edad, sin embargo su incidencia es mayor en niños y
en personas mayores. Lo que hace que no solo sea la tercera enfermedad
neurológica más frecuente en el anciano, sino que se trata del trastorno
neurológico más frecuente en niños. Y a pesar de que cada año se diagnostican
unos 20.000 nuevos casos en España, aún hay un porcentaje importante de
pacientes sin diagnosticar: La demora en el diagnóstico de la epilepsia puede
alcanzar los 10 años.
“Tradicionalmente
asociamos esta enfermedad a padecer crisis de pérdida de conocimiento con
convulsiones y/o rigidez, sin embargo, esto solo está presente en el 30% de los
pacientes. Desconexión del entorno, experimentar movimientos anormales en
alguna parte del cuerpo o presentar falta de respuesta a los estímulos, son
también otras manifestaciones de las crisis epilépticas muy habituales en los
pacientes, que no siempre se relacionan con esta enfermedad, lo que hace que
hasta un 25% de las crisis pueden pasar inadvertidas tanto por los pacientes
como por sus familiares”, explica el Dr. Juan José Poza, Coordinador del
Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología. “Por lo
tanto, eliminar esta visión simplista de la enfermedad, es el primer paso para
mejorar los tiempos de diagnóstico”.
Pero,
además, se estima el número de diagnósticos falsos positivos en esta enfermedad
es bastante alto y que podría llegar hasta al 18% de los casos. “Con un
correcto diagnóstico y seguimiento de los pacientes, en más de un 70% de los
casos se consigue controlar la enfermedad gracias al tratamiento farmacológico
existente. Sin embargo, y a pesar de que en los últimos años se ha producido un
importante incremento de las opciones terapéuticas para tratar la epilepsia,
aún existe un 25% de personas que padecen epilepsia que no responden a los
tratamientos disponibles”, comenta el Dr. Juan José Poza. “Para estos
casos de epilepsia farmacorresistente puede valorarse el tratamiento
quirúrgico, y entre el 55-85% de los casos se consiguen buenos resultados. Sin
embargo no todos los pacientes cumplen con los criterios que les permiten
beneficiarse de la cirugía, por lo que sigue siendo muy necesario la
investigación en tratamientos más efectivos para esta enfermedad”.
COVID-19 y
Epilepsia
La COVID-19
también ha tenido impacto en los pacientes con epilepsia. Algunos
estudios que se presentaron en la última Reunión Anual de la Sociedad Española
de Neurología apuntan a que, al menos durante los primeros meses de la
pandemia, casi el 30% de los pacientes españoles experimentaron un aumento de
la frecuencia de sus crisis, un incremento que ha podido ser debido a que casi
un 50% de las personas que padecen epilepsia reconocieron haber estado más
ansiosos o deprimidos y un 43% haber tenido problemas de sueño.
Y es que
tanto el estado anímico, como la falta de sueño, son factores de riesgo para el
aumento de la frecuencia de crisis epilépticas. Algo que también puede explicar
datos de otros estudios españoles que apuntan a que, y también al menos durante
los primeros meses de pandemia, aumentó el número de personas que experimentó
su primera crisis.
Por otra
parte, también en la Reunión Anual de la SEN se presentaron datos que señalan
que los pacientes que acudieron a Urgencias con estado epiléptico durante este
periodo tuvieron un peor pronóstico, quizás por el miedo y por retrasos a la
hora de acudir a los centros hospitalarios. De hecho, dos de cada diez
pacientes con epilepsia aseguran haber evitado las urgencias en el último año,
a pesar de que las crisis epilépticas suponen el 1% de las consultas en los
Servicios de Urgencias y el 15% de las urgencias neurológicas. La epilepsia es,
tras el ictus, la segunda causa más frecuente de atención neurológica en
Urgencias.
“Lo que
parece claro es que la pandemia COVID-19 ha tenido y tiene efectos colaterales
sobre el control de crisis y que aspectos como padecer epilepsia tumoral,
epilepsia farmacorresistente, problemas de insomnio o ansiedad, suponen mayor
riesgo para el aumento de la frecuencia de crisis. En este sentido, potenciar
la actividad física, mejorar la higiene del sueño y asegurar un correcto seguimiento
por parte del médico, ya sea vía telefónica o presencial, a estos pacientes
puede ayudar a minimizar el riesgo”, explica el Dr. Juan José Poza.
Finalmente
señalar que padecer COVID-19 puede asociarse a que pacientes predispuestos
sufran crisis epilépticas. Más de un 11% de los casos introducidos por los
neurólogos españoles en el Registro COVID-19 de la SEN corresponden a casos de
pacientes con COVID que sufrieron crisis epilépticas y el 84% de los neurólogos
informantes atribuyeron una causalidad probable de estas crisis a la COVID-19,
bien por afectación primaria, o secundaria debida a una complicación producida
por el virus.
Vacuna
contra la COVID-19 y Epilepsia
Actualmente,
no existe evidencia de que la vacuna por sí misma induzca o desencadene crisis
epilépticas y no hay contraindicación específica para recibir la vacuna por el
hecho de tener epilepsia o tomar fármacos antiepilépticos.
Por otra
parte desde la SEN se recuerda que, de forma general y como reacción a
cualquier vacuna, ésta puede producir síntomas comunes de resfriado o fiebre y
que en algunos pacientes, sobre todo en niños, la fiebre puede facilitar la
aparición de crisis epilépticas. Ante estos casos se deben tomar las medicinas
habituales para la fiebre y, en caso de duda, consultar a su médico.
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