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10 October 2013

Los reumatólogos defienden el uso individualizado de las terapias biológicas porque supone un ahorro

Las terapias biológicas han supuesto una auténtica revolución terapéutica en el campo de la Reumatología, y aunque han aumentado el coste farmacológico, esa inversión se está compensando por dos motivos. “Se han reducido notablemente los ingresos hospitalarios y, sobre todo, la cirugía ortopédica y, por otra parte, existe una evidencia cada vez más clara de que están disminuyendo los costes indirectos y relacionados con la discapacidad laboral. Al tener mejor controlada la inflamación, los pacientes sufren menor invalidez, necesitan menos bajas laborales, etc. Por lo que es fundamental el uso individualizado de estas terapias, siempre teniendo en cuenta el beneficio del paciente”, según ha puesto de manifiesto el Dr. Jesús Tornero, jefe de Sección de Reumatología del Hospital Universitario de Guadalajara.

Durante la Jornada por la Sostenibilidad del Sistema Sanitario Español, organizada por la Sociedad Española de Reumatología (SER) y la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Dr. Tornero ha hecho hincapié en que “a medida que se va invirtiendo en costes farmacológicos se va reduciendo el coste de la discapacidad. Se ha demostrado que el tratamiento con terapia biológica durante 5 años consecutivos supone una reducción de la discapacidad que compensa el 40% de la inversión que se hace en la adquisición del fármaco”. Por eso, ha insistido en que el documento de optimización terapéutica presentado en este marco “va a contribuir a la sostenibilidad sin olvidar el beneficio de los pacientes”.
A su juicio, el uso de las terapias biológicas ha favorecido una mejor situación clínica para el paciente ya que han enseñado a medir bien la actividad de la enfermedad, a marcar un objetivo terapéutico y a jerarquizar las líneas de tratamiento. También han promovido un mejor uso de los fármacos clásicos; han supuesto un avance claro en el control clínico de la enfermedad puesto que los pacientes tienen menos dolor e inflamación, menos discapacidad, y mejor calidad de vida. Además, han sido capaces de frenar la progresión del daño estructural de las articulaciones (muchas veces irreversible) y controlar la inflamación crónica, disminuyendo así la comorbilidad cardiovascular.

Importancia del seguimiento
En opinión del Dr. Tornero, una de las armas que más ha demostrado el control de la enfermedad son las revisiones, un seguimiento estrecho y las visitas no dilatadas en el tiempo. Si se va a establecer una estrategia de optimización o de reducción de dosis o espaciamiento de la terapia, “el clínico debe estar especialmente alerta y debe revisar con frecuencia al enfermo porque si detectara en algún momento algún rebrote de la enfermedad tendría que volver a la dosis primitiva y a los intervalos posológicos habituales. En estas situaciones la vigilancia debe ser estrecha y protocolizada con técnicas de imagen para ver que no hay progresión del daño”.

En este sentido y en relación con las medidas adicionales de seguimiento de los pacientes optimizados, la Dra. Rosario García de Vicuña, jefe de Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de la Princesa (Madrid), también ha indicado que “es fundamental contar con una consulta de Enfermería como soporte a la monitorización de los pacientes”. Y ha precisado que: “tras la optimización, es prudente hacer una revisión entre las 8 y 12 semanas posteriores. Cada desescalada de dosis debería hacerse con menos de 6 meses de intervalo, y no se plantea la suspensión del tratamiento si el paciente no lleva al menos un año controlado con esa dosis mínima de optimización”.

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