La realidad actual nos muestra cómo la edad para ser padres se retrasa cada vez más. En este sentido, son muchos los estudios recientes acerca de la influencia de la edad materna en aspectos obstétricos, gestacionales y perinatales, pero poco se sabe hasta ahora respecto a la implicación de la edad paterna en este campo.
Este es el contexto que da lugar a dos estudios
titulados “Paternal age does not affect obstetric and perinatal outcomes in IVF
or ICSI cycles with autologous oocytes” y “Paternal age is significantly
related with the type of delivery and the sex of the newborn in IVF or ICSI
cycles with donated oocytes”, liderados por la doctora Ana Navarro,
investigadora de la Fundación IVI, y supervisados por el doctor Nicolás Garrido,
director de la Fundación IVI. Ambos trabajos han sido presentados en la 38ª
edición del Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y
Embriología (ESHRE), celebrada este año en Milán, con el objetivo de mostrar si
el semen de un adulto de edad paterna avanzada afecta a la salud obstétrica de
la mujer durante el embarazo, al tipo de parto y a la salud del recién nacido,
y en caso de hacerlo, de qué manera se da esta influencia.
“Para ello, hemos tenido en cuenta
una serie de indicadores de salud en el embarazo y perinatales tales como la
diabetes gestacional, la hipertensión, el peso del niño, el tipo de parto, la
circunferencia craneal o la admisión en UCI tras el
nacimiento, dando como resultado que la edad paterna no afecta a los resultados
obstétricos y perinatales en los tratamientos de reproducción asistida con
ovocitos propios. En este punto, y a pesar de que varios estudios sugieren el
umbral para considerar la edad paterna ‘avanzada’ a los 40 años, creemos
conveniente revisar este límite de acuerdo a los resultados actuales”, explica el Dr. Garrido.
En concreto, el trabajo analiza si existe una
pérdida en la calidad del semen o un declive de la fertilidad masculina con la
edad que pueda influir en los resultados obstétricos y perinatales, pero tras
el análisis ajustado considerando la edad materna entre otras variables, los
resultados no fueron estadísticamente significativos en el caso de los
tratamientos con ovocitos propios.
“Una de las razones que puede
ocasionar esta diferencia entre hombres y mujeres es puramente biológica: en
los hombres la espermatogénesis tiene lugar constantemente, todos los días y en
todo momento y, por tanto, se generan células nuevas. Por el contrario, la
mujer tiene los folículos en sus ovarios desde que está incluso dentro del
útero de su propia madre, es decir, llevan con ella toda la vida. Y, obviamente,
esto influye en las características de la fecundación y todo lo que conlleva a
posteriori, ya que los espermatozoides no tienen la edad que presentan los
óvulos al intentar fecundarlos”, comenta la Dra. Navarro.
Una de las ventajas de la investigación con
ovodonación es que permite estandarizar el factor femenino, ya que son perfiles
muy similares (edad, sin antecedentes de problemas de salud…) En este caso, en
el análisis de embarazos con ovocitos de donantes se observó una pequeña variación
en el tipo de parto por cesárea y en el sexo del recién nacido vivo, que se
mantuvo significativa tras el análisis ajustado, aunque los investigadores
indicaron que no se trata de
“Partiendo de la base de que por edad paterna avanzada se
entiende un varón de mínimo 40 años, en el caso de edades más tardías, son los
problemas médicos asociados al envejecimiento los que hacen que la calidad del
semen no sea la óptima y pueda dar lugar a un riesgo algo más elevado de
enfermedades en el bebé, aunque son muy poco frecuentes. La fertilidad
masculina es un campo aún algo desconocido en materia científica, por lo que en
IVI, conscientes de ello, seguimos investigando día a día para afrontar los
retos que esta presenta”, concluye el Dr.
Garrido.
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