
Precisamente,
la comunidad autónoma de Navarra puso en marcha en 1989 de forma
pionera un Programa de Detección Precoz de Cáncer de Mama, que ha
servido de modelo al resto de regiones. Menos de una década después de
su implantación, la supervivencia a los cinco años de las pacientes con
cáncer de mama había pasado de un 75% a principios de los años 90 a más
del 87% en el año 2001, según se desprende de un reciente informe
presentado por GEICAM (El Álamo III). Además,
los estudios realizados han constatado disminuciones significativas de
la mortalidad por encima del 40% en las mujeres a las que se ofrece el
cribado.
Estos
datos tan positivos para la mujer se producen fundamentalmente por dos
hechos: la existencia de más y mejores programas educacionales y de
campañas de cribado, pero también gracias a la mejora de las opciones de
tratamiento complementarios. Actualmente
existen programas de cribado de cáncer de mama en todas las comunidades,
pero la participación media se sitúa alrededor del 70%, ya que aunque
en algunas regiones participan más del 80-85% de las mujeres, en otras
todavía muchas no responden a la invitación que se les envía.
“La
mamografía ofrecida a las mujeres de entre 50 y 69 años en el marco de
programas de cribado organizados y de carácter poblacional ha sido clave
en términos de mejora de supervivencia y disminución de mortalidad; en
el grupo de mujeres de 40-50 años todavía está por demostrar que tenga
un beneficio suficiente como para compensar los posibles efectos
adversos que pudiera tener”, puntualiza la doctora Ascunce. “Una
cuestión es el cribado sistemático en estos grupos de edad, donde
todavía está por comprobarse su impacto real, y otra cosa es la oferta
de mamografía como prueba de diagnóstico con carácter individual a
mujeres en especial situación de riesgo, por ejemplo por la presencia de
múltiples antecedentes familiares o patología benigna, que exige un
seguimiento específico”.
Las
mamografías no son perfectas y su efecto positivo en cuanto a
disminución de mortalidad se acompaña de efectos adversos como por
ejemplo los “falsos positivos” o diagnóstico de lesiones que sin
mamografía no se hubieran manifestado clínicamente con el consiguiente y
necesario sobretratamiento; esto implica serios efectos tanto a nivel
físico como psicológico en la mujer sana. De hecho, explica esta experta,
“es necesario tener en cuenta estos efectos y, a la hora de desarrollar
programas de cribado, considerar su realización garantizando siempre la
calidad de todas las fases del mismo, a fin de maximizar el efecto
positivo y minimizar sus posibles efectos negativos. La investigación
que en este momento se está llevando a cabo sobre el efecto de la
aplicación de diferentes estrategias de cribado en función de
características individuales, como riesgo familiar, densidad mamaria
etc., ayudará a mejorar este balance con el consiguiente beneficio para
la mujer”.
En
cualquier caso, la comunidad científica está de acuerdo, tal y como se
debate estos días en RAGMA 14, en la importancia de la prevención y
detección precoz. Cuanto más y mejor esté informada la población sobre
los beneficios de llevar un estilo de vida saludable y de la necesidad
de acudir a las campañas de detección precoz, en mejor disposición
estarán las mujeres de enfrentarse y sobrevivir a la enfermedad.
A este respecto, desde la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), Josefa Madrid señala que “nadie
con valor científico ha puesto en duda el valor de las mamografías y la
importancia de la detección precoz en cáncer de mama. Lo que sí pedimos
es que se realicen bajo la autoridad, supervisión y responsabilidad de
la sanidad pública. Los profesionales de la sanidad, en quienes
confiamos y a quienes sentimos como nuestros aliados, nos han enseñado
que el diagnóstico precoz puede evitar algunos de los tratamientos más
duros; puede evitar la quimioterapia en algunos casos. Un diagnóstico
precoz puede evitar tratamientos agresivos”.
“Lo importante hoy – prosigue- no
es gastar tiempo y energías en criticar la mamografía como instrumento
de diagnóstico precoz, sino gastar tiempo, energías y presupuestos en
investigar en el ámbito de la biología y en los efectos de los nuevos
fármacos”.
Más investigación contra el cáncer de mama
Junto
a la prevención, la investigación clínica académica desarrollada por
los grupos cooperativos de investigación ha sido y seguirá siendo clave
en la mejora de la supervivencia y calidad de vida de los pacientes y en
el avance del conocimiento de esta patología.
Encuentros
científicos como el que se celebra estos días en Madrid ponen de
relieve el papel de la investigación clínica académica desarrollada por
grupos como GEICAM en la búsqueda de nuevas pautas y regímenes de los
fármacos oncológicos en beneficio del paciente. De hecho, más de un 80%
del incremento de la esperanza de vida en la población occidental en los
últimos años se debe a las lecciones derivadas de ensayos clínicos,
pero aún se podría avanzar más en el conocimiento y resultados en
cáncer, otorgando a la investigación clínica académica un mayor peso
dentro del sistema”, señala el doctor Enrique Alés, miembro del Comité Organizador de RAGMA 14 y co-coordinador del grupo de tratamientos preventivos y epidemiología de GEICAM.
No
obstante, desde GEICAM lamentan la falta de apoyo a la investigación
española y solicitan de forma urgente se realice un cambio legislativo
en la práctica del mecenazgo privado. Los ensayos clínicos son un bien a
proteger y las donaciones a entidades no lucrativas pueden suponer un
notable ahorro de costes a la Administración, ya que se encargan de
labores que ésta no puede asumir.
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