Lo único seguro a lo largo de la vida es
saber que, antes o después, llegará a su final. No es un pensamiento que deba
ponernos tristes ni deprimirnos, ya que se trata de ley de vida, de un
proceso por el que todos pasamos y por el que sabemos que pasaremos antes o
después. No obstante, saber que la vida terminará algún día es, al mismo
tiempo, uno de los motivos por los que la hace tan especial y maravillosa.
En cualquier caso, nunca hay que olvidar
que este ciclo llegará algún día a su final y, por ello, es fundamental que
lleguemos a tener previstos los últimos momentos. De esta forma,
conseguiremos evitar que nuestra familia pueda sufrir algún tipo de problema
como consecuencia de nuestro fallecimiento. No solo eso, sino que estaremos en
posición de ayudarles a superar la pena con una cobertura que les pueda ayudar
en esos momentos en los que nosotros ya no estemos para hacerlo.
A continuación, os damos las claves de lo
que es recomendable tener en cuenta y preparar por si, de forma inesperada,
llegara el día de nuestro fallecimiento.
Seguro de decesos
Esta es la pieza angular de una situación
fatídica como en la que estamos pensando y para la cual nos preparamos. El seguro de decesos es el
primer recurso en el que se apoya la familia en el momento de un
fallecimiento. Cubre las necesidades de la familia y todo lo que ocurra a
partir de ese momento tal y como vemos en los siguientes puntos:
Asistencia y trámites
El fallecimiento de un ser querido es algo
triste y lleno de pena, pero no por ello deja de ser un proceso en el cual la
cantidad de papeleo que se tiene que gestionar es extrema. Para una familia,
no es nada fácil tener que enfrentarse a esta situación, sobre todo si
nunca antes se habían visto en la misma tesitura. Por ello, el seguro de
decesos es tan importante, porque ayuda con los trámites iniciales y se asegura
de que la familia pueda estar reunida para el momento de la despedida.
Gestión del funeral
Gracias a este seguro se pone en
funcionamiento la maquinaria profesional necesaria para que se pueda
realizar el funeral de una manera conveniente. Se cuida hasta el último
detalle y se realiza una comunicación respetuosa con la familia de inmediato
para transmitirle las distintas posibilidades existentes. Esto deriva en que la
organización del funeral se pueda gestionar en pocas horas, eligiendo la
modalidad en la cual el fallecido deseaba pasar a mejor vida.
La familia se sentirá más aliviada porque
sabrá que su ser querido estará en buenas manos, y al mismo tiempo,
tendrá la ventaja de saber que no tendrá que preocuparse por posibles retrasos
o problemas. No habrá ningún contratiempo en la organización de la despedida.
Soporte para la familia
Una situación como esta no es sencilla, por
lo que la familia podría llegar a necesitar soporte psicológico, atención
especializada o resolución de dudas de cualquier tipo. Este seguro para
fallecimientos también cubre este tipo de necesidades y se asegura de que la
familia, en estos momentos tan duros, tiene todo lo que puede llegar a
requerir.
Cobertura de gastos derivados
La organización del funeral en sí mismo y
el entierro o la incineración no son los únicos gastos a los que la familia
tendrá que plantar cara en estos duros momentos. También hay otros costes
derivados que están relacionados con el funeral, como la publicación de
esquelas, la compra de coronas de flores, las inscripciones y
dedicatorias u otro tipo de elementos relacionados. Saber que gracias al seguro
todo está cubierto y, sobre todo, simplificado, será algo que la familia
apreciará.
Otros gastos que se pueden cubrir
dependiendo de la situación son los costes de repatriación si el
fallecimiento ocurriera en el extranjero, el traslado de la familia hacia el
lugar del funeral o el alquiler de un coche fúnebre que se ocupe de llevar al
fallecido hasta el lugar de congregación de la familia.
Coberturas para préstamos o créditos
Vivimos en una sociedad en la que es
natural disponer de préstamos, créditos o compras a plazos. Es algo muy común
debido a la comodidad que proporciona en el día a día. Pero ¿Qué ocurre si
fallece una persona que dispone de ese tipo de pagos aplazados? Salvo
situaciones excepcionales, el fallecido seguirá teniendo un compromiso con los
pagos que tuviera pendientes en el momento de fallecer. De su responsabilidad
de pago se haría cargo el cónyuge o sus descendientes.
Esto, en una familia que disponga de un
colchón económico y unos fondos, no debería suponer un gran problema, ya que
los pagos se irán abonando con el presupuesto familiar. No obstante, ¿Qué
ocurriría en el caso del fallecimiento de, por ejemplo, una persona sin ahorros
cuyo cónyuge no tiene trabajo? Esa es una de las situaciones más problemáticas,
pero también más posibles a la vista de los momentos de crisis económica
que se han pasado en los últimos años y por los que todavía muchas familias
pasan.
Para evitar problemas en estos casos, lo necesario es disponer de coberturas que blinden
el abono de todos los préstamos, compras aplazadas o tarjetas de crédito. Estas
coberturas suelen estar atribuidas a las propias entidades financieras que han
concedido los créditos y suponen hacer unos pequeños pagos mientras el deudor
está con vida. Pero, de esta forma, tras el fallecimiento la familia podrá
evitar problemas económicos y no hacerse cargo de las deudas.
Siempre hay que pensar en el futuro
Además de esto, otra opción fundamental es
que tengamos en cuenta lo importante que resulta la contratación de otro tipo
de seguros, como los de vida. Estos pueden proteger a la familia y los seres
queridos gracias a importes que se obtengan una vez se produzca el
fallecimiento y que ayuden a cubrir la ausencia de esa persona en los
años posteriores. Cualquier tipo de ahorro podrá ayudar en estos momentos tan
complicados, teniendo en cuenta que, cuando nosotros no estemos, podría que
afrontar gastos de todo tipo. Algunos de los más habituales son los siguientes:
La hipoteca o el alquiler
Es frecuente que el pago de la hipoteca se
extienda a lo largo de un extenso periodo de la vida. Por ello, existen muchas
posibilidades de que el fallecimiento suponga un problema para su familia,
que tendrá que afrontar el pago de las cuotas sin el apoyo que recibía de la
persona que ya no esté. En el caso de vivir de alquiler el problema es todavía
mayor, puesto que no hay un momento a lo largo de la vida en el cual se termine
el pago de la mensualidad.
Eso significa que siempre habrá que
afrontar el mismo gasto por la casa, pero teniendo un sueldo menos, lo que ha
llevado a que muchos cónyuges se hayan encontrado ante la necesidad de
abandonar su vivienda para mudarse a un lugar más económico.
Los estudios de los hijos
No hay nadie que quiera imaginar que, si
fallece sin previo aviso, vaya a dejar a sus hijos ante la imposibilidad de
cursar estudios universitarios debido a que la familia pasará por apuros
económicos. La capacidad para ayudar a los hijos en la consecución de sus
logros académicos siempre es una de las cosas que más preocupan a los padres.
Por ello, es conveniente que se intente tener en cuenta desde que los hijos
están comenzando los estudios para que, pase lo que pase, nunca tengan que
abandonarlos y puedan obtener una carrera.
Otros pagos
En referencia a lo que explicábamos antes,
puede haber muchos pagos pendientes, aplazados o en cuotas que se alarguen con
el paso de los años. Algunos de ellos, como el coche, pueden suponer un nivel
de inversión elevado que requerirá de presupuesto familiar para abonarlos. Para
entender lo necesario que es pensar y tenerlo todo preparado, solo hay
que imaginar ¿Qué haría nuestro cónyuge si, de un día para otro, nosotros ya no
estuviéramos? ¿Cómo podría superar todos los obstáculos económicos que se
avecinarían?
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