Hasta ahora se
sabía que el consumo habitual de cocaína podía producir trastornos cardíacos.
Un estudio español colaborativo*,
coordinado en el Centro Médico ERESA (Valencia), no sólo ha estudiado la prevalencia de afectación
cardiovascular en personas con adicción a la cocaína, sino que lo ha evidenciado
en individuos asintomáticos y lo ha
podido corroborar por medio de novedosas
técnicas de imagen cardíaca.
El
trabajo, financiado en parte por una ayuda a la
investigación ofrecida por la Consellería de Sanitat de la Generalitat
Valenciana, ha sido
recientemente publicado en el “Journal of Cardiovascular Magnetic
Resonance”,
una de las revistas científicas más prestigiosas y con un factor de impacto de
4,44. Se considera que gracias a estos hallazgos sería planteable modificar el manejo de los adictos a cocaína, para
incluir en su valoración médica una
evaluación cardíaca incluso aunque no muestren síntomas de padecer ninguna
alteración cardiovascular.
Principales hallazgos
El objetivo del estudio fue
valorar la prevalencia de afectación
cardíaca por cocaína en individuos adictos a esta droga asintomáticos, que no
habían sido seleccionados por síntomas sino reclutados consecutivamente, de
forma voluntaria, en un centro de tratamiento de conductas adictivas.
Como informa la Dra. Alicia Maceira, primera firmante
del estudio y coordinadora de la Unidad de Imagen Cardíaca de
ERESA, “hemos comprobado que un 71% de individuos con adicción a la cocaína, sin síntomas de
enfermedad cardíaca, presentan algún tipo de afectación en el corazón”. Entre
las principales alteraciones cardíacas halladas, apunta, “fundamentalmente se aprecia dilatación y disfunción
contráctil de ventrículo izquierdo y derecho (de carácter leve pero
clínicamente significativa), e
hipertrofia del ventrículo izquierdo, así como focos de fibrosis focal (que
probablemente indiquen un daño inflamatorio local)”.
Aunque el estudio no ha
sido diseñado para determinar por qué se producen exactamente estos problemas,
“lo que sí sabemos es que un porcentaje
muy alto de estos individuos, aunque estén asintomáticos, presentan patología
en el corazón”, subraya la Dra. Maceira.
Principales implicaciones
Según ponen de relieve
los autores de este trabajo, el estudio
resulta especialmente innovador. Y es que, hasta el momento, la mayor parte de estudios
de afectación cardíaca en personas con adicción a cocaína se habían hecho en pacientes
seleccionados por síntomas (tras haber padecido un infarto de miocardio,
insuficiencia cardíaca,…), o se investigaba el consumo de cocaína en todos los
pacientes que presentaban una determinada patología. En cambio, en este caso se ha evaluado a cocainómanos
asintomáticos y no seleccionados (se incluyeron en el estudio de forma
consecutiva, conforme llegaban al centro de adicciones y cumplían los
requisitos solicitados).
También resulta innovador por el uso de nuevas
tecnologías de imagen cardíaca. Como resalta la Dra.
Maceira, “hay muy pocos estudios de estas características que se hayan
realizado con cardiorresonancia
magnética, una técnica muy exacta y reproducible para medir las dimensiones y
función del corazón”. Es más, apunta, “que sepamos éste es el único estudio realizado con un equipo de resonancia
magnética de 3T, que permite una mejor detección de las lesiones focales”.
Los
hallazgos derivados de este estudio pueden tener importantes implicaciones
prácticas en el manejo de los sujetos adictos a cocaína que acuden a un centro
de rehabilitación. A partir de nuestro estudio, explica la coordinadora
de la Unidad de Imagen Cardíaca de ERESA, “habría
que plantear indicar una valoración cardiológica en estas personas, aunque
estén asintomáticas”.
De
hecho en una segunda fase del estudio,
que ya está en marcha, se está valorando la posibilidad de que estas
anomalías cardíacas pudiesen desaparecer al dejar de consumir cocaína, y
también se quiere determinar qué
factores de consumo (vía de consumo, dosis, años de consumo,…) influyen en la aparición de estas
alteraciones y pueden ayudar a determinar quiénes deben ser sometidos a un
estudio cardiológico. “En el futuro –según la Dra. Maceira- queremos
intentar determinar qué mecanismos fisiopatológicos llevan a la aparición de
estas alteraciones”.
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