La tierra
burgalesa ha sido desde siempre la ´fuente´ de la que han partido la
gran diversidad de atractivos turísticos que hoy caracterizan la
zona. Un punto geográfico elegido por el turista que apuesta por
el ocio de interior, donde la gastronomía juega un papel
trascendental.
Tascas y restaurantes repartidos por toda la provincia son reflejo de
la ´buena mesa burgalesa´, donde los sabores intensos como el de la
morcilla o el lechazo conviven con la jugosidad del queso fresco de
Burgos D.O.
Una geografía dominada en su parte sur por los clásicos viñedos de la
Ribera del Duero, a los que en los últimos años se ha unido una D.O
nueva, Arlanza, con una potencia que atrae semana tras semana a
turistas llegados de todos los rincones.
Denominaciones de
Origen que son patrimonio cultural en sí
Elaborada a base de las distintas partes del cerdo a la que se le
añade el pimentón, la pimienta y la ´cebolla horcal´, la morcilla de Burgos
destaca por ser uno de los platos más emblemáticos de la cocina
burgalesa. El arroz no se empezó a añadir hasta el siglo XVIII en
este ´embutido milenario´, definido por no pocas ´plumas
gastronómicas´ como ``sosa, sabrosa y picantosa´´. Las posibilidades
de preparación son infinitas: desde la ``morcilla cruda´´ (hervida)
hasta su papel como ingrediente en la famosa ´olla podrida´ y en
diversos cocidos a base de alubias o garbanzos. Un ingrediente
trascendental también en la alta gastronomía de hoy, especialmente en
diferentes platos a base de hojaldres y cremas.
La zona de Arlanza y Aranda de Duero son por su parte escenarios
clave donde degustar el ´demandado´ lechazo. Su
jugosidad lo convierten en un auténtico manjar para todos los
paladares, siendo quizá sus ´chuletillas´ la ´parte estrella´ de este
plato burgalés, que los más foodies
suelen acompañar con de pan de hogaza, torta de aceite de
oliva y vino de la tierra. Asado en cazuela, troceado en cuartos y a
fuego lento, el lechazo es receta para los 365 días del año.
Pero si hay un guiso popular que todavía sorprende a foráneos que apuestan por
la riqueza gastronómica de Burgos, es sin duda la `olla podrida´. El
guiso más popular y tradicional elaborado a base de judías debe su
nombre al concepto ´olla poderida´, un plato que en su día era la
`olla de los poderosos´. Elaborado tradicionalmente en cazuela
de barro, hoy este plato sigue siendo fiel a la tradición, al estar
´dividido´ en dos partes: el guiso de judías de Ibeas de Juarros como
prólogo a su ´cara B´ correspondiente, a base de morcilla, chorizo, lechazo y panceta.
Otro ´rey de reyes´ es sin duda el queso de Burgos, con ese sabor
ligero, perfecto para acompañar cualquier tipo de comida. Elaborado
a base de leche cruda de oveja y cuajo animal, hoy en día se produce
con leche pasteurizada de oveja, vaca o mezcla de ambas. Además se le
añaden sales de cuajo y calcio animal para, posteriormente escurrirlo
en moldes y someterlo a un suave salado. Un intenso color blanco,
junto a una corteza muy fina o a veces incluso sin ella,
caracterizan al Queso de Burgos, cuya fama le ha valido ser conocido
e imitado en toda Europa. El membrillo, la miel o cualquier tipo de
mermelada son desde tiempos inmemoriales acompañantes ideales para
este ´manjar´, que tiene en el `postre del abuelo ´el broche perfecto
para cerrar cualquier comida.
Tierra de tintos
La tradición vitivinícola burgalesa se ´lee´ a través de las
denominaciones de origen de Ribera
del Duero y Arlanza, una D.O. que conquista cada vez más paladares.
Nacida en el año 2007 aunque con orígenes que datan del siglo X, esta
´D.O contemporánea´ es tierra de la denominada ´Tinta del
país´, Sus bodegas, de marcado carácter familiar, reciben al
visitante ofreciéndole además otras variedades responsables del resto
de sus vinos: Mencía, Merlot, Cavernet Sauvignon, Petit Verdot,
Albillo o Viura. La ´majestuosa´ Lerma es la sede del Consejo
Regulador de la Denominación de Origen Arlanza, unos vinos que
cuentan con las condiciones climáticas perfectas para lograr la
intensidad de sabores que los caracteriza. Dieciséis bodegas y casi
una decena de productores conforman el mapa vitivinícola del Arlanza,
una zona de gran interés cultural que tiene en Santo Domingo de
Silos, Covarrubias, Santa María del Campo o Mahamud
otros baluartes geográficos emblemáticos.
Bajando al sur de la provincia, la D.O. Ribera del Duero fue la
primera responsable de ´enmarcar´ a Burgos en el ´mapa vinícola´
nacional e internacional. Vinos con personalidad y equilibrio,
rosados y tintos (jóvenes, crianzas, reservas y gran reservas), cuyos
aromas frutales y llenos de sabores frescos se funden con el mundo
sensorial de la madera envejecida.
Más de 100 bodegas se encuentran bajo esta Denominación en tierra
burgalesa, que sigue siendo más que nunca ´Origen y Destino´ de
múltiples tendencias gastronómicas.
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