El XVI Congreso de la Sociedad Española del Dolor (SED), ha
sido una plataforma para el debate sobre nuevas tecnologías e innovación
farmacológica en el tratamiento de esta enfermedad.
El Prof. Manuel Arruebo, profesor titular de
Ingeniería Química de la Universidad de Zaragoza, ha impartido en este
encuentro la conferencia magistral titulada ‘Nanotecnología en el tratamiento
del dolor’. El experto ha explicado que, dentro de las terapias farmacológicas, la
nanotecnología permite desarrollar nuevas formas de dispensar fármacos con una
duración más prolongada que la analgesia. Ya existen hoy en día fármacos
anestésicos locales cuya duración se prolonga mediante el uso de sistemas de
liberación sostenida basados en nanopartículas. Entre otras ventajas, eso
permite evitar múltiples inyecciones.
El experto añade que hay evidencias preliminares con buenos resultados
utilizando anestésicos y esteroides dentro de un mismo sistema liposomal, donde
al efecto del anestésico se le suma el efecto vasoconstrictor, así como
combinaciones de opioides y anticuerpos para localizar la analgesia en una
región muy concreta donde hay inflamación.
“Se pueden desarrollar tratamientos farmacológicos basados en
nanosistemas en los cuales se puede liberar el analgésico dónde y cuándo se
necesita y a la dosis requerida de una manera no invasiva accionada desde el
exterior del cuerpo usando estímulos externos”, apunta.
A su modo de ver, la nanotecnología será una aliada en la lucha
contra el dolor, potenciando la eficacia de los medicamentos y limitando
sus efectos secundarios.
Realidad virtual
La Prof. Mavi Sánchez Vives, profesora de investigación de la
Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) en el
IDIBAPS (Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer), ha
intervenido en la sesión ‘En la frontera del tratamiento del dolor’, durante la
cual ha puesto de relieve el papel múltiple de la realidad virtual en el
tratamiento del dolor: como entorno inmersivo que puede servir de potente
agente de distracción para atenuar la atención al dolor pero especialmente como
una herramienta para actuar sobre la representación corporal en el cerebro y
así, disminuir el dolor.
“Nuestros resultados muestran que la realidad virtual inmersiva puede
disminuir la sensación de dolor tanto en personas con dolor crónico, como
aumentando el umbral de dolor de personas sanas. Sin embargo, aún queda mucha
investigación por hacer, puesto que hemos de optimizar las estrategias
utilizadas para cada causa de dolor”, matiza.
La Prof.
Sánchez Vives declara su convicción de que el uso de la realidad virtual en los
hospitales será pronto una práctica común.
Otro de
los ponentes en la sesión, es el Prof. Carlos García, del departamento
de Física de la Universidad West Scotland e investigador en la Universidad de
Glasgow, en el Reino Unido. A él correspondía la presentación de la evidencia
sobre piel artificial o electrónica, que no sólo pueden detectar el dolor, sino
facilitar la recuperación de sensibilidad en zonas del organismo afectadas por
lesiones como incisiones o quemaduras.
“Las pieles electrónicas
-señala- serán
capaces no solo de imitar las características de una piel humana, sino también
de mejorar nuestra capacidad sensorial haciéndonos sensibles a agentes externos
que antes no podíamos detectar. Por otro lado, esta tecnología es altamente
compatible con la tecnología de impresión 3D, lo que permitirá completar el
desarrollo de prótesis con capacidades sensoriales completas para personas con
amputaciones”.
Su equipo de investigación ha publicado
los primeros datos sobre una piel electrónica transparente, flexible, y
totalmente autónoma gracias al suministro de energía aportado por una célula
solar.
Dolor y técnicas de imagen
El Dr. Joan Deus i Yela, de la Unidad de Investigación con Resonancia Magnética
(UIRM) del Servicio de Radiología del Hospital del Mar-IMI, destaca que
técnicas de imagen como la neuroimagen funcional y estructural o
neuroanatómica, han permitido conocer mejor y establecer las bases
neurobiológicas centrales de la red o circuito neural del dolor.
“En numerosos estudios, algo
más de 7.700 trabajos publicados y cerca de 1.150 sobre neuroimagen funcional,
se ha constatado la presencia de alteraciones funcionales, estructurales y
moleculares en diferentes patologías con dolor crónico”, señala.
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