Una de cada 6
personas adultas en España padece enfermedad renal crónica, el doble de las que
tienen diabetes. Sin embargo, esta última es mucho más conocida por la
sociedad. La causa de este desconocimiento está en que muchos de estos
pacientes no son detectados por el sistema porque, entre otras cosas, ni
siquiera ellos mismos saben que están enfermos ni son registrados por el
sistema sanitario.
De cuáles deben ser las pautas para mejorar
la atención en esta y otras patologías crónicas y su visibilidad se habló en el
foro ‘Gestión de la cronicidad: las enfermedades silenciosas’,
organizado por la Fundación Bamberg y que ha tenido lugar este 23 de mayo en la
sede del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos en Madrid, en un
formato híbrido. Moderado por Ignacio Para Rodríguez-Santana, presidente de la
Fundación Bamberg, el foro contó con la participación de Regina Leal,
Directora Gerente del Servicio de Salud de Castilla La Mancha, Alberto Ortiz
Arduan, jefe de Servicio de Nefrología e Hipertensión del Hospital
Universitario Fundación Jiménez Díaz, M.ª Lourdes Martínez,
vicepresidenta segunda de la Junta Directiva Nacional de SEMERGEN, Francisco
Javier Martínez Peromingo, director general de Coordinación Socio-Sanitaria
de la Comunidad de Madrid, Francisco José Sáez Martínez, responsable del
Grupo de Trabajo en Cronicidad de la Sociedad Española de Médicos Generales y
de Familia (SEMG) y María Eva Baró Salvador, directora médica de
Fresenius Medical Care España, una de las empresas que ha patrocinado este
foro.
Una enfermedad sin registro
En este foro se debatió sobre las
diferentes causas que están detrás de la invisibilidad de algunas patologías
crónicas en nuestro país y que hacen que muchos de estos pacientes no se
detecten o se diagnostiquen demasiado tarde. Un ejemplo es lo que ocurre con la
enfermedad renal crónica. En España, existe el Registro Español de Enfermos
Renales (REER) que no incluye a todas las personas con enfermedad renal,
unos 7 millones según los estudios realizados, sino solo aquellas que están en
diálisis o han recibido un trasplante, es decir, unas 65.000. El resto de los
pacientes, más de 6.900.000 personas, son invisibles para el sistema.
“Es un problema de nomenclatura y de
conocimiento. Otros registros incluyen a todos los pacientes vinculados a la
enfermedad en cuestión. Sin embargo, este es solo un registro de aquellos
pacientes que reciben tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante)
y que son muchos menos de todas las personas que tienen enfermedad renal”, explicó
el doctor Alberto Ortiz Arduan, Jefe de Servicio de Nefrología e Hipertensión del
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Porque como apuntó este especialista, la
mayor parte de los pacientes con esta patología fallece antes de llegar a
diálisis o de recibir un trasplante, ya que la principal consecuencia de la
enfermedad renal es el mayor riesgo de muerte prematura. “Esto se debe a la
pérdida temprana de una función clave del riñón, la producción de la proteína
antienvejecimiento Khoto, ya la pérdida tardía de la capacidad para eliminar
toxinas en orina. Otro dato para tener en cuenta es que el INE tampoco registra
la enfermedad renal crónica como causa de muerte, ni esta patología cuenta con
financiación en forma de CIBER para su investigación. Así que este problema queda
invisibilizado”, añadió.
La enfermedad renal crónica,
como otras patologías crónicas, está creciendo año tras año. En el caso de este
problema nefrológico su prevalencia aumenta un 3% cada año por lo que, si no se
hace nada, en 2040 se convertirá en la quinta causa de muerte en todo el mundo
y la sexta en España. Alejandro Vázquez Ramos, consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León, que estuvo
presente en la inauguración de esta jornada, señaló algunas de las causas que
están detrás de ese incremento como es el envejecimiento de la población, la
mejora de la sanidad pública y de las condiciones de vida y el incremento de
ciertos factores de riesgo. “Un ejemplo es la hipertensión arterial, que es el
factor de riesgo más prevalente, porque se prevé que para 2025 habrá 1.500
millones de personas hipertensas en el mundo”.
La prevención y actuación sobre
los factores de riesgo es crucial para evitar que órganos como el riñón se
dañen. Según argumentaron los especialistas de Medicina de Familia y
Comunitaria, hay que insistir en medidas y protocolos de prevención que
impacten en los estilos de vida, como la práctica de ejercicio, la
alimentación y evitar el tabaco. M.ª Lourdes Martínez, vicepresidenta 2ª de la Junta Directiva Nacional de SEMERGEN, indicó
que se ha producido un parón importante en las actividades preventivas
impartidas en los centros de salud debido a la pandemia. Además, “el problema
que tenemos ahora es la falta de médicos de familia. Y a eso se añade la
carencia de una historia clínica común, que pueda ser consultada por el médico
de familia. Nos falta mucho camino por recorrer”. En el daño que ha hecho la
pandemia insistió Francisco José Sáez Martínez, responsable del Grupo de
Trabajo en Cronicidad de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia
(SEMG), quien señaló que “lamentablemente la estrategia de prevención y
atención a la cronicidad ha muerto en nuestro país. Durante la pandemia hemos
dejado a estos pacientes abandonados y sin seguir su evolución”.
Detección sistemática
“No es que todo se esté
haciendo mal. Se ha avanzado mucho en generar un trabajo coordinado entre
diferentes sociedades médicas como son las de Atención Primaria, la de
Nefrología o la de Cardiología, por ejemplo. Pero ese trabajo se está haciendo
con los pacientes ya diagnosticados. Para frenar el crecimiento de la
enfermedad y de su impacto se requiere de una correcta detección: se
debería hacer un cribado poblacional de esta enfermedad a partir de los 50
años, similar al que se hace con diferentes tipos de cáncer como el de mama o
el de colon, o con ciertas enfermedades genéticas, como la trisomía del gen
21”, reclamó la Dra. Eva Baró, directora médica de Fresenius Medical
Care, empresa comprometida con la prevención y el cuidado integral de la salud
renal.
La detección sistemática de
la enfermedad implicaría, defienden los especialistas, un ahorro para el
sistema sanitario ya que solo se necesita un análisis de orina y otro de
sangre para poder valorar si hay enfermedad renal. “Son pruebas muy baratas que
se pueden hacer a toda la población mayor de 50 años y que permitirían conocer
qué personas empiezan a desarrollar la enfermedad renal. Esto, junto con la
aparición de nuevos tratamientos en los últimos años, podría dar un vuelco a
las previsiones y frenar la evolución del daño renal, evitando que cientos de
miles de personas fallezcan prematuramente”, apuntó el Dr. Ortiz Arduan.
Sobre la importancia de cambiar el foco y
la forma de actuación frente a estas patologías crónicas, Francisco José
Martínez Peromingo, director general de Coordinación SocioSanitaria en el
Servicio Madrileño de Salud (SERMAS), reivindicó que habría que “rediseñar la
atención sanitaria. Tenemos que dejar de construir hospitales con una visión
segmentada del paciente y tener una visión más integradora que pasa por la
Atención Primaria. Esto es prioritario”. Por su
parte, el portavoz de SEMG argumentó que se está poniendo demasiado foco
en los pacientes complejos cuando “lo que realmente hay que evitar es que
lleguen a ser pacientes graves. Lo lógico sería hacer un trabajo sobre la
salud y sobre las personas no pacientes para evitar que lleguen a ese
estado. Eso nos corresponde a los médicos de familia, pero el presupuesto de
Atención Primaria sigue sin llegar a los mínimos que marca la Organización
Mundial de la Salud, que debe de llegar al 25% y en nuestro país no pasamos
del 14,5%”.
Mejorar la educación y aumentar el tiempo
con el paciente
Otro problema que se debatía en
este foro sobre gestión de la cronicidad fue cómo mejorar la adherencia
terapéutica. Regina Leal, directora gerente del Servicio de Salud
de Castilla La Mancha, apuntó a la receta electrónica como una posible
solución a este grave problema que se da principalmente en pacientes
crónicos y complejos. “Sin ser la panacea, conseguimos evitar el abandono del
tratamiento. Es una herramienta muy útil, junto con la farmacia comunitaria”. Por su parte, el Dr. Ortiz Arduan mencionó dos elementos
clave para mejorar este problema: la educación, para que el paciente conozca
por qué, de qué manera y en qué momento debe tomar su medicación, y la visita
regular a su médico. Para ello, la Dra. Baró reclamó más tiempo para poder
informar a los pacientes.
La necesidad de lograr una
mayor coordinación entre Atención Primaria y especializada fue otro de los
aspectos que estos especialistas consideraron crucial para mejorar la atención
de la cronicidad. Toda patología crónica, señaló la Dra. Baró, debe ser
concebida como una enfermedad que requiere de una atención integral
coordinada y multidisciplinar. “En el caso del paciente renal, hay que
sumar el factor social, que hay que tener en cuenta en esos cuidados, ya
que el tratamiento renal sustitutivo impacta de lleno en su calidad de vida”.
El moderador de este debate, Ignacio
Para Rodríguez-Santana, presidente de la Fundación Bamberg mencionó como
cierre de este foro que un tema más para tener en cuenta es la desigualdad
entre comunidades y la necesidad de establecer protocolos comunes de actuación.
Algo en lo que se mostró de acuerdo la Dra. Baró ya fuera del debate en sí: “la
Administración debería trabajar para que en nuestro país hubiera una única
forma de atender al paciente renal de manera homogénea, interdisciplinar y con
un abordaje psico-social adecuado. Es una asignatura pendiente en esta
enfermedad que, hoy en día, está mal tratada, mal detectada y no adecuadamente
seguida. La enfermedad renal crónica consume un gran número de recursos y
conlleva la pérdida la calidad de vida de quienes la padecen, por eso es
importante establecer medidas para mejorar la atención de estos pacientes”.
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