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24 April 2014

EL EJERCICIO FÍSICO EN EL ANCIANO DEBE PRESCRIBIRSE CON LA MISMA EXACTITUD QUE LOS TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS

El ejercicio físico es la principal herramienta terapéutica de la que se dispone en el ámbito geriátrico para la prevención y tratamiento de un gran número de enfermedades asociadas al envejecimiento. Ninguna medicación ha demostrado, en múltiples ámbitoslos  beneficios que ha demostrado el ejercicio en la prevención y tratamiento de enfermedades tales como las cardiovasculares, respiratorias, obesidad, diabetes, osteoporosis, cáncer, depresión, fragilidad y enfermedades neurodegenerativas como el deterioro cognitivo y la demencia.

Tal y como explica el doctor Álvaro Casas, vicepresidente de la 6ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) “la práctica de ejercicio físico es la intervención más eficaz en la fragilidad para retrasar la discapacidad y otros eventos adversos que asocia habitualmente este síndrome El entrenamiento de fuerza y, en particular, los programas multicomponente (resistencia, equilibrio, fuerza y flexibilidad) tienen cada vez más resultados favorables en este grupo poblacional y sus efectos son más destacados en otros dominios del síndrome, como las caídas y el deterioro cognitivo”.

En esta misma línea, el doctor Juan Macías, presidente de SEMEG asegura que “el ejercicio físico en el anciano debe prescribirse con la misma exactitud que los tratamientos farmacológicos, es decir, atendiendo a la dosis, efectos terapéuticos y contraindicaciones”.Por su parte, el doctor Casas defiende que el entrenamiento debe ser individualizado yplanificado; ajustándose a las características, necesidades futuras y limitaciones del paciente. Los programas multicomponente deberían incluir aumentos graduales devolumen, intensidad y complejidad en los ejercicios de resistencia cardiovascular, fuerza muscular y equilibrio.


El entrenamiento de fuerza debería realizarse dos o tres veces por semana, utilizando tres series de 8 a 12 repeticiones con intensidades que empiecen en el 20%-30% de una repetición máxima (1RM) y que pueden progresar hasta el 70% de una 1RM. Para optimizar la mejora de la capacidad funcional, el programa de entrenamiento de fuerza debería incluir ejercicios que simulen actividades de la vida diaria. Por ejemplo, ejercicios de sentadilla, levantarse y sentarse o subir escaleras.

El entrenamiento de resistencia cardiovascular debería incluir bloques de caminatas en diferentes direcciones y ritmos, y en cinta rodante, subir escalones y escaleras, o montar en bicicleta estática.

El entrenamiento de resistencia aeróbica podría comenzar con 5-10 minutos durante las primeras semanas y progresar hasta 15-30 minutos.

El entrenamiento de equilibrio debería incluir ejercicios en la posición de tándem y semitándem, desplazamientos multidireccionales con pesos extra (2-4 kg), caminar con apoyo talón-punta, subir escaleras con ayuda, transferencias de peso corporal (desde una pierna a la otra) y ejercicios de taichí modificados.

Efectos secundarios
Entre los problemas frecuentes del ejercicio físico en ancianos frágiles se encuentran los relacionados con las patologías asociadas a la propia fragilidad y la sarcopenia. “Por sí mismas no contraindica realizar un programa de ejercicio, pero sí hace precisa una evaluación médica previa y cuidadosa al comienzo del programa”, recuerda el geriatra. En general, las contraindicaciones absolutas suelen ser cardiovasculares (infarto cardíaco reciente o angina inestable, hipertensión no controlada, insuficiencia cardíaca aguda y bloqueo auriculoventricular completo). En población anciana frágil se recomiendan programas más conservadores en cuanto a intensidades, potencia, volumen y frecuencia de entrenamiento. Cuanto más gradual sea la progresión, mejor será la tolerancia y menores serán los efectos secundarios”, añade.

Fragilidad y sarcopenia, la antesala de la dependencia
La fragilidad es una condición clínica, normalmente asociada al envejecimiento, donde hay un aumento de la vulnerabilidad a padecer eventos adversos en respuesta a determinados estresores. La inactividad física, que frecuentemente asocia el envejecimiento, es uno de los factores fundamentales que contribuye a la aparición de sarcopenia, aspecto central de la fragilidad.

Los programas de ejercicio físico multicomponente y, particularmente el entrenamiento de la fuerza, constituyen las intervenciones más eficaces para retrasar la discapacidad y otros eventos adversos. Asimismo, han demostrado su utilidad en otros dominios frecuentemente asociados a este síndrome como las caídas, el deterioro cognitivo y la depresión. Sin embargo, es necesario investigar cuáles son los componentes óptimos de un programa de entrenamiento en el frágil, así como la óptima relación dosis-respuesta que permita desarrollar guías clínicas específicas de actividad física para este grupo poblacional.

Los datos epidemiológicos del Cardiovascular Health Study demuestran que el síndrome tiene un alto impacto en la población, con una prevalencia de sujetos frágiles del 7% entre los mayores de 65 años y de prefrágiles del 47%4. Los estudios españoles corroboran los datos americanos. Así, en el Estudio Toledo para un Envejecimiento Saludable (ETES)arroja una prevalencia de fragilidad del 8,4% (mayores de 64 años) y muestra una clara relación con la edad.

Las causas son múltiples e influyen factores genéticos a los que se añaden cambios en múltiples sistemas, pero fundamentalmente en el cerebro, sistema hormonal e inmune, cardiovascular y muscular. La inactividad física y los factores nutricionales tienen mucha importancia a la hora de desencadenar este síndrome. El principal condicionante de la fragilidad es el riesgo de eventos adversos tales como caídas, delirium, discapacidad,institucionalización, ingresos hospitalarios e incluso la muerte si no se interviene a tiempo”,apunta el doctor Casas.

La sarcopenia es el componente clave dentro del síndrome de la fragilidad y está muyrelacionada con esta condición clínica. Se define como la pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento, pero también de fuerza y potencia. Tal y como defiende el experto “probablemente la pérdida de fuerza y potencia tenga mayor importancia en el mantenimiento de la capacidad funcional de que la pérdida de masa muscular. Las causas son comunes a la fragilidad pero la inactividad física es el factor más importarte”.

De manera general, la práctica de ejercicio físico es la intervención más eficaz para retrasar la discapacidad y los eventos adversos que asocia habitualmente el síndrome de la fragilidad. El entrenamiento de fuerza, en particular, cada vez tiene más resultados favorables en este grupo poblacional y sus efectos son más destacados en otros dominios del síndrome como las caídas y el deterioro cognitivo. Desde la SEMEG se apuesta pordesarrollar guías clínicas específicas para pautar ejercicio físico en el anciano frágil”,concluye el doctor Macías, presidente de la Sociedad.

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