El ayuno internamente se practica desde la antigüedad en algunas religiones y culturas; sin embargo, ha ganado muchos adeptos últimamente por ser práctica habitual de celebrities y por sus beneficios para la salud; entre ellos, la ansiada pérdida de peso. El ayuno, habitualmente, se ha limitado a la franja horaria que va desde la cena hasta el desayuno del día siguiente; pero, “en el caso del ayuno intermitente, se propone ampliar el rango de horas de no ingesta, siendo una de las fórmulas más recomendadas la de ocho horas comiendo y dieciséis horas sin comer porque, con ese tiempo de ayuno tan elevado, el cuerpo entra en cetosis; empieza a quemar las grasas ante su propia necesidad de glucosa para obtener energía”, explica el doctor José Manuel García Almeida, jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Málaga.
El
ayuno ha generado mucho interés social y también científico puesto que, “hasta
el momento, no se había considerado el rol de las horas de alimentación como un
método para controlar el metabolismo, pero ahora se empieza a demostrar que
produce efectos beneficiosos para el cuerpo, como aumentar la sensibilidad a la
insulina, mejorar la hipertensión arterial y la diabetes o controlar el peso y
el apetito”, advierte el endocrinólogo.
¿En
qué consiste el ayuno intermitente?
“El
ayuno intermitente no es una dieta en sí, sino una estrategia dietética que
alterna entre breves periodos de ayuno, sin alimentos o con una reducción
significativa de calorías, y periodos de alimentación sin restricciones”,
destaca Lara Dalla Rovere,
nutricionista del Hospital Quirónsalud Málaga. Existen varios tipos según su
frecuencia y duración, siendo “el más común el 16:8, donde la ventana de ayuno
aumenta a 16 horas. En este caso un ejemplo sería saltar el desayuno, comiendo
a las 14.00 y terminando la cena a las 22.00. O desayunando a las 9.00 y
adelantando la merienda-cena a las 18.00, como última comida del día”. Según la
frecuencia y duración, el equipo expone que pueden ser de frecuencia elevada
y duración corta, por ejemplo 12:12 o 16:8 varios días a la semana o
todos los días; de frecuencia y duración medias, por ejemplo, el 5:2,
donde se seguirán 5 días de alimentación estándar y 2 días de fuerte
restricción calórica; y, por último, de frecuencia baja y duración larga,
siendo 2-3 días de ayuno una vez al mes. “En función del hábito de comidas,
horarios de trabajo o de entrenamientos, se podría implementar uno u otro.
El metabolismo del ayuno no es un proceso estático ni homogéneo, sino que va
evolucionando a medida que se prolonga en el tiempo. Los primeros días se ponen
en marcha unos mecanismos metabólicos adaptativos que van cambiando si
posteriormente aumenta su duración”, detalla Lara Dalla.
Otro
aspecto importante que destaca la nutricionista es que “durante las horas de
ayuno se deben tomar líquidos como agua, café solo (sin azúcar y sin
leche), té e infusiones sin endulzar, bebidas probióticas,
como kombucha o kéfir de agua, o caldo de huesos o de verdura
filtrado.
¿Por
qué se recomienda el ayuno?
Ayunar
no es pasar hambre, ya que durante el ayuno desaparece el apetito. Cuando uno
está en ayuno o sin alimento, “el metabolismo del organismo consume las
propias reservas, siendo la principal fuente de energía los lípidos. Además, al
no ingerir comida ni hidratos de carbono, se suprime la insulina y otras
hormonas como la leptina, hormona que regula el apetito. Dependiendo de la
duración del ayuno, se crean adaptaciones metabólicas: se disminuye el consumo
de glucosa en el músculo, el tejido adiposo y el hígado, y se ponen en marcha
mecanismos de producción de glucosa y posteriormente de otros nutrientes, como
ácidos grasos libres y cuerpos cetónicos. El aumento de los valores
circulantes de cuerpos cetónicos produce inapetencia, por lo que el hambre
desaparece; y, por tanto, controlar el tiempo en el cual se ingieren los
alimentos, te da la posibilidad de controlar las calorías, el metabolismo y,
por tanto, los resultados”, revela el doctor Almeida.
En
el caso de la pérdida de peso, en estos últimos dos años se ha comenzado el
estudio del ayuno intermitente en personas para conocer si ayuda a perder
más peso que una dieta hipocalórica estándar. “Se ha visto que, aunque no
son resultados concluyentes, se produce una pérdida de peso mayor que en una
dieta hipocalórica estándar si el ayuno intermitente consigue bajar las
calorías totales. Esto quiere decir que, si el paciente respeta las horas
de ayuno y no suple la ingesta con las horas de comida, al final toma menos
calorías de las que necesita y pierde peso”.
Además,
se ha relacionado con las horas a las que comemos. Antiguamente comíamos una o
dos veces al día, dependiendo de la cantidad de comida que pudiésemos
conseguir. “En la actualidad, los rangos de ingesta de comida son constantes,
consumiendo mucho más de noche; esto provoca cambios en los ciclos circadianos,
volviendo loco a nuestro organismo y creando desajustes que derivan en
patologías, entre otras, asociadas a la obesidad”, explica el endocrino. Por
ello, esta práctica, al respetar las horas de descanso, favoreciendo un buen
funcionamiento, se relaciona con menores tasas de enfermedad arterial
coronaria y mayor control de la diabetes; además de mejorar la sensibilidad
hacia la insulina y la presión sanguínea.
Siempre
bajo el control de un especialista
Independientemente
de qué tipo de ayuno se decida realizar, es importante valorar la estructura de
la dieta para evitar carencias nutricionales, entre ellos de proteínas,
fibra y micronutrientes como vitaminas y minerales. La nutricionista Lara Dalla
cuenta que “en la práctica clínica, intentamos que la primera comida con la que
se rompe el ayuno sea una fuente de proteína de alto valor biológico para
suplir la falta nutrientes, como huevos, carne, pescado o lácteos”.
Estos
tipos de estrategias dietéticas se suelen utilizar en pacientes con obesidad,
para conseguir una pérdida de peso, mejora de la composición corporal y mejora
de las enfermedades metabólicas asociadas a la obesidad. “Entre ellas, el ayuno
es beneficioso para la prediabetes y la resistencia a la insulina, dado que
puede mejorar la sensibilidad a la insulina; aunque estas pautas no están
indicadas en diabéticos con insulinoterapia”, explica el doctor García Almeida.
Uno de los principales riesgos de seguir un ayuno intermitente en pacientes que
tienen tratamiento para la diabetes, son las hipoglucemias, “por lo que
recomendamos que estos pacientes lleven un mayor control y seguimiento por
parte de médico endocrino por el ajuste de medicamentos”.
Unidad
de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición
“En
nuestra consulta de la Unidad de la Obesidad antes de definir el plan
nutricional personalizado, realizamos una valoración completa, con herramientas
como la bioimpedanciometría, el ángulo de fase, la ecografía muscular y
abdominal, y una analítica metabólica. Una vez analizados los resultados,
valoramos la intervención dietética más indicada, reestructurando no solo las
elecciones de las comidas o cantidades, sino también los horarios”, comenta el
especialista.
Así,
cada paciente tiene un trato personalizado e individualizado que va más allá de
una dieta compleja y difícil de conseguir; sino que trata, desde un análisis
completo del individuo, todas las patologías que pueden estar asociadas a su
persona y que pueden provocar su obesidad, tratándola y controlándola.
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