La
grasa está formada por distintos tipos de ácidos grasos (AG) y es un nutriente
importante para una alimentación
variada y equilibrada, pero su calidad, más que su cantidad, tiene una gran
influencia sobre la salud. Por ello, la FESNAD, en el marco de su III Congreso,
celebrado en Sevilla, ha presentado un detallado documento de consenso sobre
las grasas y aceites en la alimentación de la población adulta española.
Dicho
documento recoge la evidencia científica obtenida a partir de diversos estudios
publicados entre enero de 2004 y agosto de 2014 sobre las grasas en la
alimentación y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (tales como infarto
de miocardio, angina de pecho y accidente vascular cerebral) o la diabetes. Las publicaciones se
examinaron para averiguar su calidad, consistencia y relevancia de cara a
emitir recomendaciones válidas. Además se analizaron datos de encuestas
nutricionales recientes en la población española.
Una de
las novedades del documento es que se deja de considerar a los nutrientes,
tales como los ácidos grasos, como la unidad nutricional básica y se da más
importancia a los alimentos que los contienen (aceites procedentes de frutos o
semillas, frutos secos, carnes, productos lácteos, etc.). Este nuevo
razonamiento se sostiene en que además de ácidos grasos, los alimentos
contienen multitud de nutrientes, capaces de interaccionar con estos sobre vías
metabólicas relevantes para la salud. A partir de ahí, el documento de
consenso establece recomendaciones de ingesta de grasas en base a los alimentos
que las contienen.
En
base a estas nuevas evidencias científicas sobre que el efecto perjudicial de
los ácidos grasos saturados depende de su fuente alimentaria, no se establece una
recomendación en cuanto a su ingesta diaria. Sin embargo, la FESNAD aconseja
limitar los alimentos que los contienen en exceso.
Respecto
a los ácidos grasos monoinsaturados, saludables y abundantes en la dieta
habitual, la recomendación principal es ingerirlos a través de aceite de oliva
virgen. Por su parte, los ácidos grasos esenciales omega 6, al tratarse de los
más beneficiosos para el riesgo cardiovascular y la diabetes, deben
incorporarse en la alimentación a partir de semillas, aceites vegetales y sus
derivados, como la margarina.
Hay
dos tipos de AG omega-3, de origen marino y de origen vegetal, y ambos son
beneficiosos para la salud cardiovascular. Se aconseja incorporar los omega-3
marinos a la alimentación diaria en forma de pescado azul consumido al menos 2
veces por semana. Las dosis recomendables de omega-3 vegetales se obtienen
consumiendo con frecuencia nueces, productos de soja y vegetales de hoja verde.
Finalmente,
se constata que una alimentación rica en grasa total de origen vegetal, como la
dieta mediterránea, es mejor para la salud que las dietas bajas en grasa.
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