El XXVII Curso de Actualización en
Psiquiatría, que se celebra en Vitoria-Gasteiz, ha acogido la celebración de
una mesa redonda sobre el trastorno depresivo mayor en la que se ha puesto de
manifiesto que “en España, se ha estimado que la depresión provoca una
discapacidad funcional completa de 47 días al año, en promedio, y una
discapacidad funcional parcial de 60 días al año”.
Este dato y otros han sido presentados
por la profesora Margalida Gili, catedrática de Psicología Social y vicedecana
de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares (UIB). La
experta, en su ponencia sobre epidemiología del trastorno depresivo mayor, ha
destacado que “la depresión está asociada a un nivel significativo de
discapacidad, con implicaciones sustanciales en la calidad de vida de estos
pacientes y en su entorno familiar, laboral y social”. Según un estudio de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), las tasas de discapacidad asociadas con
la depresión “son mayores que las producidas por otras enfermedades crónicas
como la hipertensión, diabetes, artritis y el dolor de espalda” y, según el
mismo organismo internacional, “en el grupo de edad de 15 a 44 años, la
depresión es la primera causa de discapacidad en el mundo, medida en años de
vida vividos con discapacidad (AVD)”.
En el ámbito de la atención primaria, “un
29% de los pacientes que acuden a consulta lo hacen por presentar un trastorno
depresivo. De éstos, el 19,1% presenta de manera simultánea un trastorno de
ansiedad y un 18,6% un trastorno somatomorfo (enfermedades caracterizadas por
molestias diversas pero cuyo origen no está claro), siendo un 11,5% de
pacientes quienes presentan las tres patologías de forma simultánea”.
Además, los pacientes con depresión
“tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares (accidente
cerebrovascular e infarto agudo de miocardio), diabetes, otros trastornos
psiquiátricos y ser consumidores de drogas”.
2,5 millones de españoles tuvieron
depresión en 2017
La profesora Gili ha manifestado que “la
OMS sitúa el número de personas con depresión en España durante el año 2017 en
alrededor de 2,5 millones de personas”. En cuanto al riesgo de que la población
general desarrolle, al menos, un episodio de depresión grave a lo largo de la
vida “es casi el doble en mujeres que en hombres”.
La depresión, aunque puede aparecer a
cualquier edad, “presenta prevalencias más elevadas entre los 15 y los 45 años,
edades en la que es de vital importancia el rendimiento escolar y laboral, así
como las relaciones personales”. Los datos muestran que “la prevalencia de
trastornos depresivos varía según el rango de edad, estatus socioeconómico o
género”.
Diagnóstico y tratamiento
La ponente del Curso de Actualización en
Psiquiatría ha manifestado en su alocución que “diferentes trabajos publicados
cifran en un 50% los trastornos depresivos que no reciben tratamiento o no
reciben el tratamiento adecuado (psicofármacos, psicoterapia o una combinación
de ambos)”.
Los estudios también muestran que
“aproximadamente, un 40% de los pacientes abandona el tratamiento y otro
porcentaje importante no lo cumple como le ha sido prescrito. Asimismo, los
datos señalan que cada episodio depresivo incrementa la probabilidad de una
recurrencia posterior; un 60% de los pacientes que ha sufrido un episodio
depresivo presenta al menos una recurrencia a lo largo de su vida”.
Según ha indicado la catedrática, “en la
depresión, la dificultad en el diagnóstico, el difícil acceso a un tratamiento
eficaz, la recurrencia y la falta de respuesta al tratamiento representan
grandes retos que deben ser afrontados”.
Depresión y suicidio
El suicidio se relaciona con una gran
variedad de trastornos mentales graves y, en el caso de la depresión, “el
riesgo es 21 veces superior a la población general. La tasa de prevalencia del
suicidio en España se sitúa en torno al 6,5-7 por 100.000 habitantes. Esto
significa cerca de 10 muertes por suicidio cada día, la primera causa de muerte
no natural”.
La profesora Margalida Gili ha concluido
señalando que el trastorno depresivo mayor “constituye un importante problema
de salud pública dada su elevada prevalencia, las grandes tasas de discapacidad
y mortalidad que implica, su repercusión social, económica (un coste total a
nivel europeo estimado en 118 mil millones de euros y un gasto anual de cinco
mil millones en el caso de España) y su impacto en los sistemas de salud”.
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