La incidencia de trastornos mentales graves es entre 5 y 10 veces más
frecuente en la población penitenciaria que en la comunidad. Diversos estudios
realizados en España constatan la alta prevalencia de trastornos mentales en
la población que ingresa en prisión, que oscila entre el 41-50%. Además, cerca
del 80% de la población reclusa ha estado en contacto con sustancias a lo
largo de su vida.
En concreto,
el diagnóstico de patología dual, es decir, de una adicción y otro
trastorno mental al mismo tiempo o de forma secuencial a lo largo del ciclo
vital, oscila en torno al 12-15%, en función de los estudios. Según el Dr.
Carlos González Navajas, miembro de la Sociedad Española de Patología Dual
(SEPD), coordinador del Departamento de Psiquiatría del Hospital La Luz
de Madrid y psiquiatra consultor de los C.P. Madrid VI y Madrid V, “los
diagnósticos más frecuentes en la población reclusa son los trastornos
afectivos adaptativos, los trastornos de la personalidad y los trastornos
psicóticos”.
El
especialista señala que la tipología de los delitos cometidos por la población
penitenciaria “es variada y condicionada, en parte, por las adicciones a
sustancias. Un número considerable de internos presenta un perfil
sociodemográfico procedente de grupos de marginación social, con problemas de
salud asociados a la exclusión y a la pobreza, por lo que los delitos contra
la propiedad, los delitos contra las personas y los delitos contra la salud
publica suelen ser los más frecuentes”. Asimismo, indica que “existe un
porcentaje minoritario de delitos condicionados por sintomatología psicótica
activa u otros síntomas que causan una pérdida de juicio de realidad del
interno”.
La patología
mental no predispone a cometer delitos
No obstante,
el psiquiatra recalca que “la patología mental no es un factor predisponente a
cometer un delito, si bien la adicción a una sustancia que pertenece a un
entorno marginal y, en la mayoría de los casos, fuera de la ley se puede
considerar un factor facilitador en personas vulnerables”. El Dr. González
Navajas afirma que “el estigma que existe siempre hacia los pacientes
con un trastorno mental empeora notablemente cuando, además, se asocia
al consumo de sustancias”.
En su opinión,
lo que falla en el sistema asistencial para que estas personas acaben en
centros penitenciarios es “una concienciación y una estructuración de
protocolos que identifiquen a estas personas como pacientes víctimas de una
patología mental muy compleja. Si ya de por sí las enfermedades mentales
condicionan una situación de vulnerabilidad social, los efectos de las
sustancias y la necesidad de su consumo empeoran el pronóstico y la
probabilidad de cometer un delito en este proceso”.
La
adicción retrasa el diagnóstico de patología dual
El
consumo de sustancias dificulta la detección y la evolución de una patología
mental grave, retrasando el establecimiento de un diagnóstico de patología
dual. Desde la SEPD consideran que “todos los pacientes que presentan un
trastorno de consumo de sustancias deben ser evaluados, además de por los
protocolos del proceso adictivo, desde el punto de vista de la personalidad y
de otros trastornos psiquiátricos concurrentes”.
El
Dr. González Navajas añade que los profesionales de la salud mental “deben abordar
todas las patologías desde un prisma rehabilitador con el objetivo de la
reinserción”. En los centros penitenciarios existen programas establecidos
tanto para el tratamiento de las adicciones como para la atención
multidisciplinar de los pacientes con patología mental grave, en la que se
incluye la patología dual.
No comments:
Post a Comment