Se precisa un cambio de paradigma en la atención a las personas con obesidad, situándose como principal reto asegurar el mantenimiento de su autonomía con la edad, la calidad de vida y la prevención del aumento de peso. En este contexto, juega un papel esencial el ejercicio físico y, por lo tanto, es determinante contar con recomendaciones prácticas actualizadas sobre el tipo de actividad física a realizar en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, todo ello dentro de las unidades médicas especializadas y en Atención Primaria, y con la estrecha colaboración de los centros deportivos.
Estas han sido algunas de las principales
conclusiones que se han derivado de una sesión monográfica sobre ejercicio
físico y dietoterapia celebrada hoy en el XVII Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) que se está desarrollando en Málaga, donde se ha puesto especial énfasis en
“la necesidad de concienciar al paciente de que la
obesidad es una enfermedad, y que el entrenamiento puede ayudarle a evitar
recaídas a largo plazo”, según el Dr. Javier Butragueño,
coordinador del Grupo
de Trabajo de Ejercicio Físico y Obesidad de la SEEDO, quien considera que “la
combinación de farmacología con el ejercicio podría tener un efecto positivo en
la pérdida de peso graso y el mantenimiento de la masa muscular y su función”. A juicio de este experto del Obesity
Management School (Madrid), “la identificación de los mecanismos que
median la respuesta adaptativa al ejercicio podría descubrir objetivos
moleculares que guíen el diseño de nuevos medicamentos para tratar mejor
enfermedades crónicas”.
Por su parte, el Dr. César Bustos Martín,
fundador de NO HAY EXCUSAS y PRONAF, y vocal
de la SEEDO, aporta una clave esencial para alcanzar los
mejores resultados en la mayor parte de los pacientes con sobrepeso y obesidad;
en su opinión, “los programas de entrenamiento deben ser atractivos,
adecuados a las expectativas del consumidor, flexibles para su uso en la vida
real y asequibles y rentables para los servicios de salud”, afirma este
experto, quien recuerda que “el control del peso, es un proceso de por vida,
no un objetivo a corto plazo”; además, destaca que preguntar y evaluar,
asesorar, asistir y organizar son premisas esenciales para alcanzar el
éxito en un programa de pérdida de peso”.
Aumentar la aptitud muscular, un aspecto esencial
Según
las últimas publicaciones sobre el entrenamiento y el manejo de la obesidad,
para preservar la masa muscular durante la pérdida de peso, se
recomienda un programa de entrenamiento de ejercicios basado en la fuerza del
tren inferior y superior a una intensidad moderada-alta.
Igualmente, se ha confirmado que las intervenciones que combinan
ejercicios aeróbicos de alta intensidad y ejercicios con cargas altas producen
efectos beneficiosos que son superiores a cualquier otra modalidad en la
disminución de la adiposidad abdominal, mejorando el tono muscular e
incrementando la capacidad cardiorrespiratoria.
Para mejorar la sensibilidad a la
insulina y aumentar la capacidad cardiorrespiratoria, se puede recomendar
entrenamiento de resistencia cardiovascular, fuerza o la combinación de ambas;
incluso si la persona con obesidad tiene una condición física adecuada, podría
realizar entrenamientos en intervalos de alta intensidad (después de una
evaluación exhaustiva del riesgo cardiovascular y bajo supervisión). En este
sentido, César Bustos indica que “ya contamos con evidencias sólidas que muestran como la mejora de la
capacidad cardiorrespiratoria a largo plazo neutraliza los efectos adversos del
incremento de la adiposidad así como de factores de riesgo cardiovasculares”.
Tal
y como se ha puesto de manifiesto en esta sesión científica, una buena
capacidad muscular es capaz de regular el metabolismo de la glucosa y la
resistencia a la insulina en personas con diabetes tipo II y obesidad. Como
detalla Javier Butragueño, “el ejercicio se utiliza para generar
respuesta a nivel metabólico, inmune y estructural; no solo debemos
quedarnos con el gasto energético, ya que sería una equivocación y
subestimaríamos el papel que tiene el músculo en la salud y en la enfermedad”.
El
músculo esquelético comprende aproximadamente el 40% de la masa corporal humana
total en un individuo de peso saludable. Juntos, el músculo esquelético y el
corazón representan casi el 30% del consumo de energía en reposo y casi el 100%
del aumento del consumo de energía durante el ejercicio. El mantenimiento del
músculo esquelético es un proceso dinámico: se repara y regenera constantemente;
sin embargo, la capacidad regenerativa del músculo esquelético disminuye en
la obesidad.
El problema en los adultos con obesidad no es la sarcopenia (pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos) sino la dinapenia
(pérdida de la capacidad de generar fuerza) y, por ese motivo, “es
fundamental centrarse en mejorar el componente metabólico y estructural del
músculo”, indica el coordinador del GT de Ejercicio de SEEDO. Las últimas
investigaciones en ejercicio han mostrado que es posible mejorar la
capacidad funcional incluso con más de 80 años, mostrando que nunca es
tarde para mejorar y sumar calidad a los años de vida.
Como
otro aspecto a valorar, actualmente se sabe que las distintas modalidades de
ejercicio pueden interactuar con el ritmo circadiano, lo que puede modular sus efectos
metabólicos. En palabras del Dr. Butragueño, “la optimización del horario
de las sesiones de ejercicio podría ayudar a las intervenciones terapéuticas
existentes para el tratamiento de las enfermedades metabólicas”.
El papel de los centros deportivos
Actualmente,
existen cambios en las recomendaciones de entrenamiento de fuerza sobre los
descansos entre series, el volumen o la intensidad a la que se debe entrenar
una persona con obesidad, e incluso el número de días necesario para conseguir
mejoras a nivel metabólico. Sin embargo, como apunta el Dr. Javier Butragueño, “estas
recomendaciones quedan en el olvido si no son asumidas por la población; en este
sentido, los centros
deportivos y sus profesionales son los recursos más importantes al alcance
de los ciudadanos para conseguir sus objetivos de salud relacionados con la
creación y mantenimiento de un estilo de vida activo y saludable, siendo la
pérdida de peso uno de los objetivos más importantes”.
Los investigadores
abogan por incluir la prescripción de ejercicio físico en los tratamientos
médicos; sin embargo, indica Butragueño, “la realidad es que se necesita
de espacios y especialistas que pueden llevar a cabo esta labor, por lo que
los gimnasios deben adaptarse a este contexto y formar parte del
ecosistema de servicios que favorezca una sociedad más sana y saludable”.
Además, como recalca
César Bustos, “la estrategia de ejercicio seleccionado en sujetos con
sobrepeso y/o obesidad, con el objetivo de mejorar los niveles de salud y de
composición corporal relacionados con el ejercicio, debe ser evaluada por
profesionales especializados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte,
mientras que la estrategia nutricional y de alimentación debe recaer en un
dietista–nutricionista”.
Síndrome de ovario
poliquístico
En esta sesión también se ha puesto
el foco en el síndrome de ovario poliquístico, que es un problema habitual e importante
en mujeres de edad joven. Se estima que entre un 12-16% de ellas lo sufren,
afectando tanto a su salud como a la fertilidad; en la actualidad, como aclara
el farmacéutico y nutricionista deportivo Sergio Espinar, “sabemos que el
70% de ellas sufren de resistencia a la insulina, situación agravada por el
sedentarismo y la obesidad”.
La solución
de este problema, a juicio de este profesional, “parte de controlar el
porcentaje de grasa, además de fomentar el entrenamiento de fuerza como principal
estrategia a la hora de mejorar la acción de la insulina”. Estos cambios,
junto a la suplementación (inositol, vitamina D y anti-oxidantes), “mejoran
drásticamente el pronóstico de esta patología, reduciendo el riesgo de cáncer,
diabetes, infarto y obesidad”, asegura Sergio Espinar.
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