El glaucoma constituye la segunda causa de ceguera irreversible en todo
el mundo, según datos de la Asociación Mundial del Glaucoma (WGA). Se estima
que entre 60 y 80 millones de personas en el mundo la padecen. “Es una
enfermedad incurable, pero si la detectamos a tiempo podemos ralentizar su
progresión, evitando la ceguera en la mayoría de los casos”, explica el Dr.
Ángel Cilveti, jefe del servicio de oftalmología del Hospital Vithas Xanit
Internacional; quien añade que, “su tratamiento realmente constituye una lucha
entre la progresión del daño y el tiempo”.
El glaucoma es una patología ocular degenerativa,
crónica, que provoca aumento de la presión intraocular, lo que da lugar a una
pérdida progresiva de la visión que puede llegar a provocar ceguera si no se
diagnostica y trata de forma adecuada. Por este motivo, y coincidiendo con el
Día Mundial del Glaucoma que se celebra este sábado, profesionales de la unidad
de oftalmología de Vithas Xanit insisten en la realización de exámenes
oftalmológicos de forma periódica, sobre todo a partir de los 40 años.
Al ser una patología asintomática hasta que está
muy avanzada, la mayoría de las personas afectadas desconoce que la padece.
Aunque existen determinadas circunstancias que predisponen al glaucoma, tal y
como afirma el Dr. Cilveti, “tener familiares de primer grado que lo padezcan
aumenta la posibilidad de sufrirlo en más del 10% y, aunque cualquier persona
puede desarrollar glaucoma, son las personas de edad más avanzada las que
presentan un riesgo mayor de desarrollar la patología”.
Con el objetivo de concienciar a la población sobre
la importancia de la prevención y del diagnóstico precoz de esta patología,
desde la unidad de oftalmología del Hospital Vithas Xanit Internacional
recomiendan la realización de revisiones oftalmológicas de forma periódica. “La
realización de una pequeña exploración oftalmológica nos permite detectar casos
sospechosos de glaucoma”, apunta el Dr. Cilveti.
Los chequeos visuales son muy sencillos. Pueden
detectar esta y otras patologías e incluyen tres sencillas pruebas: medición de
la refracción automática del ojo para comprobar de forma rápida y fiable si
este tiene algún defecto óptico y poder corregirlo a tiempo con gafas,
lentillas o incluso cirugía refractiva; medición de la presión intraocular para
detectar si la persona padece esta patología y medición de la agudeza visual,
para conocer el grado de visión del paciente.
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