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02 March 2022

El 2% del presupuesto sanitario europeo se destina a tratar la enfermedad venosa crónica

 Aunque a menudo tiende a percibirse como un problema estético, la enfermedad venosa crónica (EVC) tiene una gran relevancia debido a su alta prevalencia y a su impacto sobre la calidad de vida de las personas que la sufren. Esta alteración de la función del sistema venoso es la enfermedad vascular más frecuente y se presenta hasta en el 64% en mujeres y el 37% en hombres . Sin embargo, se trata de una patología infradiagnosticada e infratratada, tanto en la atención primaria como en la hospitalaria.

 

Coincidiendo con el Día Nacional para la Prevención de las Enfermedades Venosas, que se celebra cada 3 de marzo, Laboratorios Servier quiere recordar la importancia de detectar y tratar tempranamente esta patología, que puede manifestarse de forma moderada a través de varices y telangiectasias, pero que también puede llegar a provocar trombosis, varicorragias o úlceras en estadios avanzados.

 

Además, la EVC supone un fuerte impacto socioeconómico, pues su tratamiento representa el 2% del gasto sanitario de los países europeos occidentales, que se estima en hasta 900 millones de euros. Tal como expresa el Dr. Manuel Frías, médico especialista de Medicina Familiar y Comunitaria del Centro de Salud Comillas en Madrid y coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Vasculopatías de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), “el empeoramiento de la calidad de vida puede ser similar al de otras enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes o la insuficiencia cardíaca”.

 

Habitualmente, la sensación de benignidad que acompaña a esta enfermedad dificulta que la persona acuda a consulta y esto impide obtener un diagnóstico precoz y comenzar un tratamiento eficiente. Para el Dr. Frías, detectarla cuanto antes es crucial para poder retrasar su evolución y evitar llegar a las etapas más graves, donde presenta una morbimortalidad similar al fallo cardíaco1. “Cuando al final del día tenemos una sensación de pesadez en las piernas, picor, dolor, ardor, hinchazón o calambres, o incluso percibimos un empeoramiento de esa pesadez o dolor después de haber pasado mucho tiempo sentados, estos son signos que nos pueden poner en alerta”, explica.

 

En este sentido, el coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Vasculopatías de SEMERGEN advierte sobre la banalización de la EVC: “es una enfermedad que la población y muchos profesionales sanitarios tienen como banal y esto hace que muchas veces se acuda a consulta en una etapa más avanzada”.

 

Una vez realizado el diagnóstico, el tratamiento suele centrarse en la modificación del estilo de vida, la terapia compresiva, los fármacos y la terapia intervencionista. “El médico de familia puede orientar para elegir la mejor terapia de acuerdo a las necesidades de los pacientes y a la etapa en la que se encuentra la enfermedad” explica el Dr. Frías.

 

Por otra parte, a lo largo de los dos últimos años, la pandemia de la COVID-19 ha ocupado buena parte de la atención médica y ha provocado el retraso o la falta de atención al diagnóstico, tratamiento o seguimiento de múltiples enfermedades crónicas, entre ellas, la EVC. Como explica el Dr. Frías, la situación de la pandemia se ha hecho notar en las consultas de atención primaria: “Muchos pacientes llegan tarde por el miedo al contagio en el centro sanitario. También el aumento del sedentarismo, el aumento de peso o el estreñimiento son factores para el empeoramiento de la enfermedad venosa crónica”.

 

Un decálogo para prevenir la enfermedad venosa crónica

 

Existe una estrecha relación entre la historia familiar y el riesgo de padecer enfermedad venosa, pero los hábitos de vida también juegan un importante papel. “Algunos trabajos muestran que el riesgo de que los hijos desarrollen venas varicosas es del 89% si ambos padres sufren EVC, del 47% si solo un progenitor la sufre y del 20% si ninguno de ellos tiene evidencia de EVC” explica el Dr. Frías, quien destaca 10 pautas que se pueden llevar a cabo de forma sencilla para prevenir esta enfermedad crónica.

 

  1. Unos sencillos ejercicios todos los días: La práctica de ejercicio ha demostrado ser eficaz para la mejora de la circulación venosa.
  2. Aplicar ligeros masajes en piernas y tobillos: Masajearnos las piernas desde los pies hasta los muslos mientras se está tumbado.
  3. No permanecer de pie o sentado largos periodos de tiempo: Si es inevitable por motivos de trabajo o viajes largos, es recomendable mover frecuentemente los pies y las piernas, realizando giros con los tobillos. También conviene levantarse del asiento con frecuencia y andar unos cuantos pasos.
  4. Mejor ducha que baño: Puede activarse la circulación alternando duchas no excesivamente calientes (de 38ºC como máximo) con duchas frías en las piernas. Es recomendable finalizar con agua fría a las pantorrillas en sentido ascendente, para aliviar la sensación de pesadez.
  5. Piernas arriba: Para aquellas personas que trabajen sentadas con el ordenador, es conveniente utilizar un reposapiés y, durante la noche, mejor dormir con las piernas elevadas unos 15 centímetros.
  6. Evitar la ropa ajustada y los ambientes demasiado calurosos: Las prendas de ropa muy ajustadas son desaconsejables porque pueden dificultar el retorno venoso desde las piernas al corazón. Además, conviene evitar toda fuente de calor (saunas, depilación mediante cera caliente, tomar el sol en las piernas, etc.), ya que estimulan la dilatación de las venas y la aparición de varices. También es recomendable utilizar calzado cómodo y fresco.
  7. Cuidar la alimentación: Tanto el sobrepeso como el estreñimiento pueden afectar a la circulación. Una dieta rica en fibra, frutas, verduras y cereales mejora la enfermedad venosa crónica.
  8. El ejercicio es esencial: Las actividades que más benefician a la circulación de las piernas son la natación o el caminar. El baile, la gimnasia y el realizar bicicleta estática o andar en bicicleta también pueden ser alternativas para favorecer el retorno venoso.
  9. Evitar hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol: Junto a la alimentación y la práctica de algún tipo de deporte, también es importante mantener hábitos saludables.
  10. La posibilidad de utilizar la terapia compresiva: El médico de familia puede orientar para escoger la mejor terapia de compresión de acuerdo a las necesidades de la persona y de la etapa en la que se encuentre la EVC.

 

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