La atención primaria es un ámbito idóneo para el abordaje
preventivo de los conflictos psicosociales y los trastornos mentales en
general.
España dedica en torno a un 20% menos que la media del porcentaje
destinado al gasto sanitario en salud mental en Europa.
Según la OMS, entre los 10 y 30 años de vida los trastornos
mentales generan más discapacidad que el resto de todas las enfermedades
juntas.
En
los últimos años, la enfermedad mental se ha hecho más visible a nivel social.
Además, “nos hemos dado cuenta de que la prevención en salud mental funciona
y es coste-efectiva”, señala el doctor Celso Arango, director del
Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón y
expresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM). En
concreto, advierte, “es la prevención primaria en salud mental la que, contando
con los recursos necesarios y bien hecha, puede ayudar a reducir de forma muy
significativa, en más del 30%, la incidencia de trastornos mentales”.
Y es que es necesario actuar y tomar medidas, ya que se estima que 1 de
cada 4 personas tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida1.
Por eso, en el marco de la celebración, el 10 de octubre, del Día Mundial de la
Salud Mental, “queremos poner de relieve la necesidad de dedicar más recursos y
mejores a la prevención de los trastornos mentales. El progreso a nivel mundial
de las personas que viven con enfermedades psiquiátricas requiere mucho más que
un tratamiento farmacológico. Por ello, desde nuestra compañía, abogamos
también por un cambio sistémico para mejorar la vida de las personas con
problemas de salud del cerebro y reducir la carga global de los millones de
personas que padecen trastornos mentales”, afirma Susana Gómez-Lus,
directora médica de Lundbeck.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre los 10 y 30 años
de vida los trastornos mentales generan más discapacidad que el resto de todas
las enfermedades juntas. Así que, “para evitar toda la carga social y sanitaria
que suponen las enfermedades mentales es fundamental no sólo hacer prevención
terciaria y cuaternaria en los hospitales, sino también prevención primaria y
secundaria en los colegios o en grupos de riesgo que presentan síntomas”,
explica el doctor Arango.
Prevención primaria y secundaria: la clave
Hay tres tipos fundamentales de prevención en salud mental: primaria,
secundaria y terciaria. “Tradicionalmente, en psiquiatría hemos hecho
prevención terciaria, es decir, la que consiste en que una vez que la persona
tiene un trastorno mental crónico intenta que tenga la mejor calidad de vida
posible”, comenta el doctor Arango. Asimismo, está la prevención secundaria,
mediante la que nada más iniciarse el trastorno, con el primer episodio
depresivo o psicótico en una esquizofrenia, se mejora el pronóstico de la
patología. Respecto a la prevención primaria, el doctor resalta que, “es la más
ambiciosa porque es la que reduce la incidencia”. Esta puede ser universal
(aplicada a toda la población), selectiva, (aplicada a un grupo de personas que
tienen un factor de riesgo), o indicada a aquellas personas que tienen algún
síntoma o signo.
Por ejemplo, hay muchos estudios que demuestran que se puede hacer
una prevención primaria de la depresión mediante una educación socioemocional
en los colegios o de la esquizofrenia mediante la disminución del consumo de
cannabis o de los problemas durante el embarazo y el parto. En este
sentido, “ha sido en las últimas décadas cuando nos hemos dado cuenta de que la
prevención primaria y secundaria funciona y es coste-efectiva”, indica el
doctor.
Tanto la OMS, como la Royal College of Psychiatry o la London School of
Economics, recogen muchos ejemplos de programas de intervención en salud mental
que reducen el número de trastornos mentales y que son coste-efectivos. “Por
cada euro que se invierte en ellos el retorno es mucho mayor, con lo que se
consigue menos trastornos mentales y un ahorro al sistema público. Difícil
pensar en mejor inversión”, afirma el doctor.
Entre los múltiples ejemplos el doctor Arango hace referencia a que,
“por cada euro invertido en intervención temprana en psicosis el Estado
ahorraría 18€, o por cada euro invertido en programas de formación a médicos de
AP para detectar signos tempranos de suicidio se ahorrarían 43€. Si bien, este
es un retorno a largo plazo, 5, 6 o incluso 15 años”.
Cuidar la salud mental desde la atención primaria
La atención primaria (AP) es un ámbito idóneo para el abordaje
preventivo de los conflictos psicosociales y los trastornos mentales en
general. Como destaca, la doctora Verónica Olmo, del Grupo de Trabajo de
Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria
(SEMERGEN), “por un lado, somos el dispositivo social, junto con la escuela,
con el que contacta mayor número de personas y, por otro, los pacientes con
trastornos mentales o problemas psicosociales crónicos contactan con los
diferentes dispositivos de AP en repetidas ocasiones. A esto se une que los
problemas que no se detectan a tiempo y de forma precoz por nosotros, tienen
una peor evolución y tendencia a la cronificación”.
La prevención en AP se basa en la detección de factores de riesgo
biológicos, como la genética, y psicológicos, como las habilidades emocionales
y sociales entre las que se encuentran la pobreza, la violencia, la
desigualdad, etc. que serán diferentes para cada trastorno y situaciones de
vulnerabilidad. “Es importante también la detección de crisis psicosociales y
de situaciones vitales estresantes que pueden aparecer en las diferentes etapas
vitales, así como de las situaciones de conflicto”, concreta la doctora Olmo.
Esta experta hace también referencia a que se ha demostrado mediante un
meta-análisis, en un grupo de 149 intervenciones, que los programas son el
doble de eficaces cuando se implementan por profesionales de la salud. “Por
tanto, la prevención debería incluirse en los sistemas de atención primaria y
en atención secundaria”, sugiere esta experta.
Mejora de la prevención en salud mental en España
Como reconoce el doctor Celso Arango, “en España sí se está haciendo
prevención en salud mental, pero no como debería hacerse”. Y pese a las
evidencias de sus buenos resultados, el gasto sanitario en salud mental en
España, porcentualmente sobre el gasto total sanitario, es significativamente
más bajo que el de la media europea. En concreto, dedicamos en torno a un 20%
menos.
“Hay tendencia a querer obtener resultados a corto plazo, cuando esta
es una inversión a largo plazo. Y así se ha constatado en países como Dinamarca
que han apostado por la prevención y ha pasado de ser uno de los países con
mayor ratio de suicidio por habitante a uno de los que menos”, afirma el
doctor Arango. Y los datos sobre la respuesta de los estados europeos en
materia de salud mental a la epidemia por COVID también nos sitúan por debajo
de la media.
En el caso particular de la atención primaria, la doctora Olmo lamenta
que los pocos recursos disponibles no son en la mayoría de los casos conocidos
por este nivel: “el hecho de que haya varios recursos disponibles no implica
una mayor labor preventiva si no están disponibles para toda la población, ni
son bien dirigidos por profesionales que actúen de guía”. Desde su experiencia,
esta experta también llama la atención sobre que, “es imprescindible poder
disponer de más tiempo en nuestras consultas, formación continuada o la
presencia de un psicólogo clínico, entre otras cosas, para poder llevar a cabo
la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales leves-moderados”.
En lo que ambos expertos coinciden es en que la pandemia ha hecho más
visible a nivel social las enfermedades mentales. “Es fundamental que la
población sepa que los trastornos mentales cuanto antes se traten mejor va a
ser su pronóstico. Así que, hay que romper el tabú de los trastornos mentales y
que las personas sean capaces de dar el paso, reconocer que su mente necesita
ayuda, pedirla y que el sistema sanitario sea capaz dársela”, afirman.
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