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25 October 2008

La dieta mediterránea tradicional corre peligro de extinción

“La modernidad ha puesto en peligro de extinción la dieta mediterránea tradicional”. La contundente frase corresponde a Lluis Serra Majem, presidente de la Fundación Dieta Mediterránea y alerta sobre los efectos de la tecnología sobre las dietas tradicionales. A juicio del especialista “no existen contradicciones insalvables entre las nuevas tecnologías y la alimentación tradicional pero es necesario habilitar las fórmulas adecuadas para hacer que la tradición persista, tanto desde el punto de vista sanitario como desde una consideración cultural”.

Al hilo de esta reflexión, puesta sobre la mesa durante la celebración del VIII Congreso nacional de Nutrición Comunitaria, Lluis Serra anuncia una serie de iniciativas puestas en marcha con el fin de proteger una fórmula de alimentación milenaria. Entre ellas sobresale la decisión coordinada de España, Italia, Grecia y Marruecos de solicitar a la UNESCO la consideración de la dieta mediterránea como Patrimonio de la Humanidad.

Considera Lluis Serra que “en no pocas ocasiones los alimentos tradicionales son de mejor calidad que los nuevos. Desde este punto de vista”, analiza el experto, “es interesante emplear las nuevas tecnologías para mejorar los procesos de fabricación de productos tradicionales como el pan o el yogur. Se trata de introducir en la cadena de alimentación productos clásicos que guarden la mayor similitud posible con la elaboración artesanal. Es necesario provocar que la tecnología piense en la tradición”.

Estima el presidente de la Fundación Dieta Mediterránea que “en la actualidad la industria sólo se ocupa parcialmente de esta cuestión. Se aprovecha del concepto “mediterráneo” sin mantener necesariamente todos sus valores nutricionales. Han sido muchos años de esfuerzo para logar la identificación de la dieta mediterránea como un valor nutricional poderoso y de calidad como para que ahora se utilice mal por algún sector”.

Sospecha el especialista que “la dieta mediterránea está en peligro de absorción por otro tipo de alimentación más industrial. No se trata sólo de preservar un conjunto de alimentos específicos sino que toda una serie de recetas que configuran el bagaje cultural de un pueblo”.

El término dieta mediterránea refleja el patrón dietético característico de varios países de la cuenca del Mediterráneo que en la década de 1960 se asoció con mayor longevidad y menor morbimortalidad debida a ciertas enfermedades crónicas. Se caracteriza por una abundante ingesta de frutas, verduras, pan y otros cereales, legumbres y frutos secos; productos frescos de la huerta, de temporada y mínimamente procesados, postres típicos con dulces a base de frutos secos, aceite de oliva y dulces o miel consumidos durante los días de fiesta, aceite de oliva como fuente principal de grasas; productos lácteos (queso y yogur) consumidos con moderación, menos de cuatro huevos a la semana, carne roja, consumida esporádicamente y en poca cantidad y vino, con un consumo ligero a moderado, especialmente durante las comidas.

Es evidente que desde 1960, la globalización, el desarrollo económico, etc. han afectado el patrón de dieta en la cuenca del Mediterráneo y se han modificado ciertos indicadores de salud a los que estaba asociada. La constatación de dichos cambios condujo a que, en el año 2002, se organizase un grupo de trabajo internacional en el Parque Científico de Barcelona bajo los auspicios de la Fundación Dieta Mediterránea, con la intención de analizar la situación en la que se hallaba la dieta mediterránea y las necesidades de su redefinición.

El grupo de trabajo manifestó la necesidad de actualizar las guías dietéticas según la evidencia científica. Por ejemplo, la evidencia sobre la necesidad de productos integrales implica una revisión de las recomendaciones acerca del consumo de pasta y de pan. Ha de tenerse en cuenta, además, el concepto global de dieta mediterránea, promocionando otros aspectos de ella como el ejercicio físico o el disfrutar de las comidas y la sobremesa.

Asimismo, entre las conclusiones trabajan en el desarrollo de recomendaciones cualitativas y positivas, destacando no tanto qué alimentos se deben restringir sino qué otros se deben consumir, así como cuantificar la ingesta de alimentos. Para aquellos grupos de alimentos como fruta y verdura, en que no hay evidencia de contraindicaciones de un consumo excesivo, sólo deberían citarse ingestas mínimas, en cambio para otros alimentos sería más adecuado fijar el consumo máximo recomendado.

De igual modo se recomienda el replanteamiento de la pirámide como modelo visual de guía alimentaria. La cesta de la compra es una figura muy familiar en los países mediterráneos y podría sustituir a la tradicional pirámide, así como evaluar los cambios que se han producido en el patrón de dieta mediterránea, especialmente en los países Mediterráneos de Europa.

También se realiza la propuesta de evaluar el impacto que la incorporación de nuevos alimentos y sus formas de preparación ha tenido en la dieta mediterránea, distinguir los productos típicos de la dieta mediterránea de consumo diario y aquellos productos reservados a los días de fiesta, promover no sólo el patrón dietético sino también el estilo de vida de la dieta mediterránea, su cultura y su saber vivir y permitir la incorporación de nuevos productos procedentes del intercambio de culturas actual sin que por ello se produzca una degradación de la calidad de la dieta mediterránea.

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