Expertos en bioética, genética y comunicación pedirán hoy límites éticos a la
edición genética de seres humanos, en el XV Congreso de la Asociación Nacional
de Informadores de Salud (ANIS), que se celebra en el Instituto Oftalmológico
Fernández-Vega, en Oviedo. La inauguración corre a cargo de la ministra de
Sanidad, Consumo y Bienestar Social María Luisa Carcedo; el consejero de
Sanidad del Principado de Asturias, Francisco del Busto; el presidente del
Instituto Fernández-Vega, Luis Fernández-Vega; y Emilio de Benito, presidente
de ANIS. El lema de esta edición es El
desafío de una sanidad digital e inclusiva.
170 periodistas y comunicadores
de salud procedentes de toda España participan en las primeras actividades del
congreso: un encuentro-debate con la ministra de Sanidad, una mesa redonda
sobre los conflictos bioéticos que están surgiendo con la utilización de nuevas
herramientas de edición genética y una sesión sobre avances en oftalmología.
En la mesa de
conflictos bioéticos, Marcelo Palacios, presidente del comité científico de la
Sociedad Internacional de Bioética (SIBI) pondrá de manifiesto que la bioética
no tiene conflictos, son las biotecnologías las que los crean: la bioética
delibera de forma informada y argumentada sobre las biotecnologías, y hace
propuestas sobre, por ejemplo, el ámbito de la genética.
Afirma que los genes “han
sido domesticados por el ser humano, pues se identifican, se cortan, se
trasladan, se pegan a estructuras similares, y se
trasladan de unas células a otras de forma intraespecífica
o entre especies”. Y las posibilidades de actuación pueden
modificar el genoma y hasta a la especie humana, como ha
sucedido -para evitar la trasmisión del SIDA- con la
aplicación reciente del CRISPR en China.
Desde su punto de vista,
existen tres requisitos inexcusables en la aplicación de las
biotecnologías, en particular al ser humano: deben ser seguras, eficaces y
éticamente aceptables. Desde hace más de 20 años viene “considerando la
necesidad de llegar a un compromiso mundial sobre el uso
racional de las biotecnologías, una toma de conciencia sobre la actitud
científica en el presente y para el futuro, en que se respeten los contenidos
de las normas internacionales y nacionales al respecto, y se
lleven a término para evitar hechos consumados indeseados”. Estos
aspectos serán tratados en el XI Congreso Mundial de Bioética a celebrar en
Gijón en junio de 2020.
En el debate también participa
Pilar Nicolás, profesora de Derecho Penal de la Universidad del País Vasco e
investigadora de la Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la citada
universidad. Desde su punto de vista, las nuevas técnicas genéticas no han
generado aspectos bioéticos novedosos.
“Son los mismos problemas que
ya se planteaban con las técnicas de manipulación genética. Pero, ahora, al ser
más barato y más fácil, tenemos los problemas encima: las preguntas son las
mismas y giran en torno a si hay un interés en proteger la integridad genética
del ser humano, si el genoma es intangible y no debe tocarse pensando en las
generaciones futuras y si aceptable modificar no solo para curar sino también
para prevenir e, incluso, para mejorar. El principio fundamental debe ser la
seguridad de las técnicas que se aplican tanto en investigación como las que se
usan como medida terapéutica”, recalca.
Y, como ha recordado, en España
es delito modificar el genoma con una finalidad no terapéutica, “lo que abre el
debate sobre lo que es una finalidad no terapéutica, lo que es salud y lo que
es enfermedad”.
Nuevos interrogantes
César Nombela es catedrático emérito de
Microbiología de la facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de
Madrid y fue presidente del comité asesor de ética en la investigación
científica y tecnológica del Ministerio de Ciencia y Tecnología (2002-2005).
Como señala, existen todavía numerosos interrogantes sobre nuevas técnicas de
edición genética como CRISPR.
“La tecnología CRISPR se revela como la
novedad de mayor impacto biomédico de los últimos años. A mi juicio, CRISPR
aportará la gran solución para la terapia génica tan esperada desde hace 30
años. Será muy útil para enfermedades monogénicas, muchas de ellas incluidas
entre las enfermedades raras. Existen incertidumbres sobre si los resultados
son exclusivamente los pretendidos o si hay algunos colaterales, lo que plantea
interrogantes éticos sobre su uso en determinados casos. Las posibilidades son
inmensas y los interrogantes están ahí”, advierte.
La mesa se ha cerrado con la
participación del investigador de epigenética del cáncer Mario Fernández Fraga,
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Fundación para la Investigación
y la Innovación Biosanitaria del Principado de Asturias (CSIC-FINBA). “El
panorama, con estas herramientas genéticas, está cambiando mucho: ahora podemos
hacer lo que no podíamos hacer antes y ahora es relativamente sencillo. E,
incluso, se están utilizando para el tratamiento de algunos tumores. La
cuestión es cómo utilizarlas y hasta dónde y cualquiera puede hacerlo en
humanos, como ha sucedido en China. Se tienen que tomar medidas serias. Y,
aunque se tomen en Europa o Estados Unidos, siempre se pueden sortear en otras
partes del mundo”, subraya.
La primera jornada del congreso
ha concluido con una sesión de cirugía en directo de catarata y una conferencia
sobre el presente y el futuro del tratamiento de la retina, impartida por el
doctor Álvaro Fernández Vega.
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