Desde los inicios de la medicina
reproductiva, se ha tomado como verdad incuestionable el pensamiento de
“mejor embrión equivale a mejores resultados de embarazo”.
Consecuentemente, se ha puesto un especial foco en los laboratorios de
embriología para mejorar los métodos de selección embrionaria y optar por
aquellos embriones que presentan mayor potencial de implantación. En este
sentido, el póster que presenta IVI en el 8th International
IVIRMA Congress acerca de las vesículas extracelulares abre una nueva vía
para la mejora de dicha selección y, por ende, el aumento de las tasas de
éxito en los tratamientos reproductivos.
El trabajo, titulado “Extracellular
vesicles can be isolated from culture media with and without exposure to
human preimplantation embryos”, liderado por Diego Marín, doctorando de
IVIRMA en la sede que el grupo tiene ubicada en New Jersey, y por el Dr.
Richard T. Scott, CEO de IVIRMA y mentor del proyecto, nace con el
objetivo de buscar un biomarcador que permita optimizar el proceso de selección
embrionaria mediante un método no invasivo, y aumentar así las tasas de
implantación de los embriones, en este caso euploides –aquellos que
contienen 46 cromosomas normales –, que actualmente se sitúa en un 70%.
“Las vesículas extracelulares son partículas
derivadas de células con una membrana de dos capas que secretan moléculas
y, según se ha podido demostrar, desempeñan un papel fundamental en la
comunicación intercelular. Dado que el diálogo entre el embrión y el
endometrio es crucial para una correcta implantación y un embarazo normal
a término, queremos demostrar que estas vesículas extracelulares
secretadas por el embrión antes de su implantación tienen una función
central en esta comunicación y, por tanto, pueden convertirse en
biomarcadores potenciales para la competencia reproductiva embrionaria”,
comenta el Dr. Juan Antonio García Velasco, director científico del 8th
International IVIRMA Congress.
Se trata de un tema de investigación
bastante novedoso –apenas lleva dos años de estudio –, por lo que, a
largo plazo, se pretende identificar estas vesículas, aislarlas del medio
de cultivo y analizarlas para ver los efectos que pueden tener sobre el
embrión, en este caso, euploide, optimizando así el potencial de estas
vesículas en el campo de la reproducción asistida.
“Aunque existen estudios sobre la
relación entre estas vesículas y su aplicación en el tratamiento de
enfermedades renales o afecciones tumorales, no se había aplicado en el
campo de la medicina reproductiva hasta hace poco tiempo. Las vesículas
extracelulares embrionarias ofrecen una oportunidad alentadora y no
invasiva para evaluar la viabilidad del embrión que podría ayudar a
mejorar la selección embrionaria y a entender el diálogo molecular entre
embrión y endometrio, aumentando significativamente los resultados de
embarazo, al combinar esta prometedora herramienta con otras tecnologías
de diagnóstico. No obstante, son necesarios estudios más complejos para
implementar su perfil como una prueba de diagnóstico para la selección de
embriones”, añade el Dr. García Velasco.
Buscando la panacea reproductiva
Debido a su inmediata accesibilidad, la
morfología del embrión se ha convertido en el método estándar para la
selección embrionaria. Más adelante, las pruebas genéticas de preimplantación
para la aneuploidía (PGT-A) revolucionaron el campo al tomar la selección
de embriones más allá de su apariencia y enfocarse en su constitución
genética. Así, pudo demostrarse que la transferencia de embriones
cromosómicamente normales conduce a mayores tasas de implantación,
menores tasas de aborto involuntario y tiempos más cortos para lograr el
embarazo.
En consecuencia, se han realizado varios
intentos con el fin de encontrar variables sólidas y medibles que puedan
establecerse como biomarcadores de la competencia embrionaria y seguir
mejorando así los resultados reproductivos. En este punto se sitúa la
implementación de dispositivos como el EmbryoScope, que ha permitido el
estudio de parámetros morfocinéticos.
Morfología, constitución genética y parámetros
morfocinéticos, a pesar de la notable mejora evolutiva que han ido
ofreciendo, perfilan el escenario actual de tasa de implantación:
Alrededor de un tercio de los embriones cromosómicamente normales todavía
no logran implantar en el útero.
“Ahora, damos un paso más y apostamos por
el estudio de las vesículas extracelulares con el objetivo principal de
aumentar la tasa de implantación embrionaria con un conocimiento detallado de las posibilidades de
estas partículas y su influencia en el proceso reproductivo”, concluye el
Dr. García Velasco.
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