Los bulos son un peligro para la
salud de los ciudadanos, cuya proliferación está provocando el abandono de los
tratamientos e incluso muertes, según han coincidido en señalar los
participantes en el XV Congreso de la Asociación Nacional de Informadores de
Salud (ANIS), que se ha celebrado en el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega,
en Oviedo. Una advertencia a la que se ha sumado la ministra de Sanidad,
Consumo y Bienestar Social María Luisa Carcedo, que ha inaugurado el congreso y
que ha reconocido que la Administración tiene parte de responsabilidad por
“inacción” frente a los bulos.
Comunicadores de salud, representantes de asociaciones de pacientes,
profesionales sanitarios e informáticos han participado en una mesa de debate
en colaboración con la iniciativa #SaludsinBulos. En ella han coincidido en que el
incremento de los bulos se debe a la extensión de las redes sociales, la
progresiva reducción de la lectura de noticias a los titulares; el clickbait o contenidos alarmistas
destinados a generar ingresos publicitarios; y los bots o sistemas automáticos de generación de contenidos en redes.
El área donde más bulos se producen es en alimentación, según destaca
Miguel Ángel Lureña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y cazabulos de #SaludsinBulos. “La
alimentación nos preocupa cada vez más porque estamos tomando conciencia de la
estrecha relación que guarda con la salud. Sin embargo, somos víctimas de lo
que podríamos llamar la gran paradoja alimentaria: tenemos un enorme volumen de
información sobre alimentación a nuestro alcance y la consultamos con
frecuencia, pero a pesar de ello estamos completamente despistados a la hora de
alimentarnos. Son muchos los factores que contribuyen a esta situación; aunque
sin duda, uno de los más importantes es la difusión de información poco
rigurosa o directamente falsa. Los bulos alimentarios están a la orden del día
y corren como la pólvora por Internet”, señala.
La acción coordinada en redes sociales para identificar y desmontar las
llamadas fake news; la formación a
pacientes, profesionales sanitarios y escolares y la ayuda de la tecnología son
algunas de las líneas de actuación que los participantes en el congreso
consideran clave para luchar contra los bulos de salud, y en las que participa
#SaludsinBulos, en colaboración con ANIS y otras 30 sociedades científicas,
colegios profesionales y asociaciones de pacientes y de periodistas.
Grupo para recomendaciones en World
Wide Web Consortium
Una de las novedades que se han presentado en el congreso es la próxima
creación de un grupo de debate, coordinado por #SaludsinBulos, dentro del World
Wide Web Consortium (W3C), la comunidad internacional que vela por los
estándares en la Red, sobre ética e Inteligencia Artificial en salud, con el
objetivo de hacer propuestas de actuación sobre información veraz en salud.
Para Jimena Pascual, Wellbeing &
Active Ageing Unit Manager en CTIC / W3C España, “se necesitan leyes que
dificulten el clickbait, rediseñar los sistemas de manera que cambien los
incentivos y más investigación para comprender los sistemas existentes y
modelar posibles nuevos sistemas o modificar los que ya tenemos”.
También el profesor José Emilio Labra, investigador principal WESO (Web
Semantics Oviedo), señala que si bien la Inteligencia Artificial aún no puede
analizar un contenido de salud para comprobar si es información veraz o no, sí
se pueden detectar qué webs se hacen eco de bulos.
Por su parte, María Gálvez, directora de la Plataforma de Organizaciones
de Pacientes, indica que lo que las asociaciones de pacientes pueden hacer para
combatir los bulos de salud es ofrecer información contrastada y guiar en la
búsqueda de esa información, trabajar por mejorar la relación con el
profesional sanitario, escuchar, acompañar, ofrecer un espacio seguro (sin
juicios), y analizar el cómo, el cuándo y el porqué.
Los profesionales sanitarios deben poder recomendar páginas web y
aplicaciones de salud, según conclusiones del informe EHON ¿Cómo actuar frente al Dr. Google?, editado por
el Instituto #SaludsinBulos y la Asociación de Investigadores en eSalud (AIES),
que se ha presentado en el congreso por José Antonio Plaza, vicepresidente de
la asociación Comunicabiotec.
En este sentido, la farmacéutica Mª José Cachafeiro,
miembro de la directiva de AIES, resalta los cinco criterios para recomendar
una web o una aplicación de salud: calidad
de la información (contrastada y de fuentes rigurosas), comprensible para el
usuario, con autores identificables, sin conflicto de interés; que se actualice
y que sea segura.
Desde la Asociación de
Profesionales de la Comunicación de la Industria Farmacéutica (ACOIF), su
presidenta Doris Casares, asegura que “como industria farmacéutica tenemos la
responsabilidad de difundir a la población información rigurosa, fiable y de
calidad”. A su juicio, “es imprescindible identificar los canales para formar
parte de la conversación y llegar a cada vez más epacientes y sociedad en general”. Y para ello, la capacidad de
divulgación es un elemento clave, apunta.
En la misma línea se
manifiesta Carolina García Selfa, directora de comunicación del Instituto Oftalmológico
Fernández-Vega, quien apuesta porque los profesionales sanitarios sepan
divulgar sus conocimientos para evitar la desinformación en salud.
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