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01 July 2019

Se reivindica que el estudio del lenguaje y las técnicas de comunicación sean una asignatura reglada en Medicina


   

Aunque la comunicación efectiva entre médico y paciente ha mejorado en términos generales en los últimos años, todavía existen numerosos obstáculos que deben superarse, siendo necesario dotar a los médicos de recursos y estrategias que mejoren esta comunicación. Así se ha planteado en la XIV Jornada MEDES “Lenguaje médico centrado en el paciente”, organizada por la Fundación Lilly en el marco de los Cursos de Verano de El Escorial, donde profesionales médicos y especialistas en el lenguaje han aportado posibles soluciones para favorecer que en medicina las palabras ayuden tanto a mejorar la asistencia médica prestada como a su humanización.
Hace unas décadas, la comunicación médico-paciente se basaba habitualmente en una relación personalista en la que la autoridad del médico frente al paciente regía las relaciones y las habilidades comunicativas se consideraban innecesarias para resolver los problemas. “En cambio, hoy en día es importante que la relación sea recíproca (“comunicación centrada en el paciente”) porque se ha demostrado que de su eficacia depende en buena medida la confianza del paciente con el médico y, con ella, el éxito terapéutico”, ha explicado Rafael Aleixandre, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y especialista en Documentación Médica por la Universitat de València.
En este sentido, el director de la Fundación Lilly, José Antonio Sacristán, ha puesto en valor la medicina centrada en el paciente y ha recordado que la humanización ha de estar presente en todos los ámbitos de la medicina, también en el lenguaje: “Muchas veces pensamos que la humanización del sistema sanitario consiste en decorar las salas. Sin embargo, la humanización es mucho más, requiere cambios profundos, conceptuales y culturales, que pasan fundamentalmente por escuchar y entender al paciente, comprenderle e incluso consolarle.  Las palabras en medicina son una parte fundamental”.
Una buena comunicación médico-paciente
Una buena comunicación contribuye a generar confianza, complicidad, respeto, seguridad y esperanza en el paciente, aumentando así la capacidad diagnóstica y mejorando la adherencia al tratamiento. Todo ello se traduce en una disminución de la demanda asistencial, de la derivación de los pacientes y de la petición de pruebas diagnósticas. Por consiguiente, una comunicación inadecuada puede incidir de modo negativo en todos estos aspectos.
Bertha Gutiérrez Rodilla, doctora en Medicina y licenciada en Filología Hispánica, asegura que el poder de la palabra en el ejercicio de la medicina “es inmenso”, ya que el paciente, en muchas ocasiones, sale más aliviado de la consulta por lo que dice el médico, por cómo le habla, que por las pautas de diagnóstico y tratamiento: “La pena es que muchos profesionales de la medicina no son conscientes de ello y prefieren refugiarse en las pruebas que realizan, en la pantalla del ordenador o en cualquier otra cosa antes que en hablar cara a cara con tranquilidad, sencillez y claridad con el paciente y sus familiares”.
Tal y como señala Rafael Aleixandre, la buena comunicación “debe establecerse por fases desde el primer contacto con un paciente, ya que no es necesaria la misma actitud en una primera visita que en la prescripción del tratamiento”. En todo momento debe concurrir la motivación junto a un lenguaje verbal y corporal apropiado, basado en el interés por el paciente, la empatía y el conocimiento de su entorno personal y familiar. “Es necesario saber escuchar, ser franco en la mirada, mostrar comprensión y utilizar un lenguaje verbal basado en la persuasión, adaptado al nivel cultural del paciente y evitando los tecnicismos innecesarios”, añade.
De la misma forma en que se intentan personalizar los tratamientos, el médico debe adaptar su lenguaje a las peculiaridades de cada paciente, a su nivel cultural, a su estado de ánimo y a sus expectativas. Y, como norma general, debería escuchar más y hablar más. El doctor y traductor médico Fernando A. Navarro asegura que “hablar más implica a menudo explicar mejor y preguntar más, lo cual genera empatía, zada de la medicina, rebosante de helenismos, latinismos, epónimos, anglicismos, siglas y tecnicismos, sino que, como asegura Navarro, “en todo acto médico intervienen al menos dos personas, y tan médico es el lenguaje que usa el facultativo como el que usa el paciente, aunque no se exprese en griego ni en inglés”. Así lo ha expuesto en la conferencia inaugural de la jornada: «Lenguaje médico, lenguaje de pacientes (también)».
El paciente debe ser capaz de transmitir su problema al médico, y éste debe poder interpretar y valorar correctamente la información recibida para, acto seguido, transmitir al paciente, en términos comprensibles, un juicio clínico sobre su problema (diagnóstico) y la solución al problema (tratamiento). “Por último, el paciente debe ser capaz de entender las prescripciones médicas para llevarlas correctamente a la práctica”, señala este experto.
En este sentido, Bertha Gutiérrez asegura que en el lenguaje médico influyen las nuevas tecnologías, que ayudan a que las palabras se alejen cada vez más de las que utilizamos en nuestra vida cotidiana, así como el peso que otras lenguas ejercen sobre él. “En el momento actual, el lenguaje está lleno de anglicismos y de términos y palabras mal formadas, incoherentes, totalmente alejadas del lenguaje médico en español”. En caso de utilizar estos tecnicismos, se deben explicar y tener la seguridad de que se han entendido. Solo debe interrumpirse al paciente cuando sea necesario para conducir la entrevista hacia lo sustancial. Asimismo, las preguntas que se formulen deben dirigirse a identificar los problemas y a lograr un entendimiento. Esta experta señala también que el lenguaje corporal es una parte imprescindible de la comunicación médico-paciente, “por lo que debe procurar la empatía, que puede manifestarse mediante gestos y miradas sinceras que trasmitan una buena acogida, comprensión e interés por el paciente y por sus problemas de salud”.  
Estrategias para mejorar la comunicación médico-paciente
Para resolver los problemas que afectan a la comunicación entre médico y paciente y tratar de corregir la deriva deshumanizadora que está sufriendo el ejercicio de la medicina, Fernando A. Navarro señala que “habría que empezar por reconocer el error de asumir que el futuro médico, por el mero hecho de serlo, será capaz de comunicarse bien con el paciente o sus familiares. Una vez aceptado eso resulta más sencillo admitir que quizá va siendo hora de que el estudio del lenguaje y las técnicas de comunicación formen parte, como asignatura reglada, del plan de estudios de nuestras facultades de medicina”.
Y es que las técnicas comunicativas no siempre se poseen de forma innata; pueden aprenderse y practicarse. Por ello, Bertha Gutiérrez Rodilla indica que “es absolutamente necesario que los profesionales sanitarios –y los que aspiran a serlo– reciban una formación que les ayude a reencontrarse con otros aspectos que intervienen en la vida de las personas, más allá de su pura biología, como los factores de índole psicológica, económica y social que influyen en nuestros estados de salud y de enfermedad”. Dentro de esa formación, la que atañe a todo lo relativo a la comunicación tanto verbal como no verbal es absolutamente relevante.
Además de la formación en habilidades de comunicación, Rafael Aleixandre añade que, para hacer frente a la cada vez mayor información que tienen los pacientes y que han obtenido de Internet y de las redes sociales, “los médicos deben estar continuamente muy actualizados en estas tecnologías y ser capaces de orientar a sus pacientes sobre páginas web acreditadas que ofrezcan información rigurosa y contrastada”. Además, los responsables de la gestión de la sanidad deberían disminuir la presión asistencial sobre los médicos para que dispongan de más tiempo para cada consulta y aumentar así las posibilidades de mejorar la comunicación. “Es necesario seguir investigando en todos los aspectos que permitan mejorar la comunicación médico-paciente y que respondan a los nuevos desafíos de mantener la calidad de los servicios de salud, incluyendo el papel que pueden desempeñar las tecnologías de la información y comunicación”, concluye.


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