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11 May 2020

La terapia génica abre un nuevo horizonte en el abordaje de enfermedades minoritarias con escasas opciones terapéuticas




   Enfermedades minoritarias como la Atrofia Muscular Espinal (AME), el Síndrome de Rett o la Esclerosis Lateral Amiotrófica Familiar (ELASOD1) han tenido históricamente muy escasas opciones terapéuticas. Esta situación, sin embargo, está cambiando gracias al desarrollo de la terapia génica, uno de los campos de investigación más activos y prometedores de la medicina. La terapia génica aborda la causa subyacente de la enfermedad al reemplazar la función del gen ausente o defectuoso responsable de una patología por una nueva copia del gen, lo que permite restaurar su funcionalidad 

El Dr. Ignacio Pascual, jefe de Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Paz (Madrid), destaca que, en las enfermedades de origen genético, la posibilidad de encontrar una terapia eficaz se convierte para las familias que sufren la enfermedad en su mayor anhelo. “La peculiaridad de la terapia génica reside en que, a diferencia de otros tratamientos, actúa sobre la causa de base de la enfermedad, detiene su evolución y redefine las posibilidades vitales para los pacientes y sus familias”, subraya.

El concepto de terapia génica, pese a su aparente novedad, se introdujo en la década de 1970 y demostró por primera vez su eficacia en la corrección de un defecto genético en células humanas en 1985. En 2012, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) aprobó la primera terapia génica para el tratamiento de una enfermedad hematológica ultra rara. Conforme la investigación sobre terapia génica avanza, crece también su potencial para ayudar a pacientes con patologías genéticas.

Enfermedades que más pueden beneficiarse
Las enfermedades genéticas están causadas por mutaciones que producen cambios en uno o varios genes. Los genes contienen el ADN, las instrucciones para fabricar proteínas. Las mutaciones modifican estas instrucciones, de forma que las proteínas no funcionan correctamente o faltan y se produce una enfermedad genética.

Las patologías genéticas potencialmente candidatas para la terapia génica son las denominadas monogénicas, aquellas causadas por defectos heredados en un único gen1. Algunas de las enfermedades monogénicas más conocidas son la hemofilia, la fibrosis quística o algunas formas de Parkinson. Existen, sin embargo, otras mucho menos conocidas como la Atrofia Muscular Espinal o el Síndrome de Rett, dos patologías infantiles que afectan gravemente a la capacidad motora de los niños.

¿Cómo funciona la terapia génica?
El modo de actuación de la terapia génica puede resumirse en tres pasos. Primero, se crea una nueva copia funcional del gen ausente o defectuoso. Segundo, se introduce a través de un vector, normalmente virus adenoasociados (AAV), en las células del paciente. Y, tercero, el nuevo gen funcional comienza a producir correctamente la proteína y se evita así la enfermedad.

De los diferentes vectores que se han estudiado para optimizar el proceso de entrega del nuevo gen, los adenovirus han dado los mejores resultados. Estos adenovirus asociados, producidos en laboratorio, no causan enfermedades en humanos y pueden transferir el material genético al núcleo de las células. El serotipo 9 AAV9 tiene además la capacidad de cruzar la barrera hematoencefálica3.

Atrofia Muscular Espinal, candidata para terapia génica
La Atrofia Muscular Espinal (AME) es una de las patologías candidata a terapia génica. La AME es una enfermedad neuromuscular de origen genético, que se caracteriza por la atrofia progresiva de la musculatura que conlleva una pérdida de la fuerza y el tono muscular. Está causada por la ausencia o la anomalía del gen SMN1, lo que provoca en los pacientes una pérdida rápida e irreversible de las motoneuronas de la médula espinal con afectación de todas las funciones musculares, incluidas la respiración, la deglución y el movimiento 

La AME afecta a aproximadamente 1 de cada 10.000 nacidos vivos7 y una de cada 54 personas es portadora de la anomalía genética. Se estima que, en España, entre 300 y 400 familias cuentan con algún miembro afectado. En el tipo 1, el más grave de esta enfermedad, la degeneración y pérdida de las motoneuronas comienza antes de nacer y progresa rápidamente hasta el punto de que a los 6 meses de edad se ha producido ya la pérdida de más del 95%. Los niños que no reciben tratamiento temprano padecen una gran dependencia y discapacidad que les impedirá realizar acciones tan básicas como sentarse sin ayuda. Nueve de cada diez pacientes con AME tipo 1 mueren si no reciben tratamiento o necesitan ventilación mecánica permanente antes de los 2 años de vida10.

Por eso resulta tan importante el diagnóstico y tratamiento precoces. El Dr. Pascual defiende la inclusión de la AME dentro del panel de cribado neonatal en la cartera de prestaciones del Sistema Nacional de Salud.  A su juicio, el cribado está plenamente justificado por varias razones. Primero, porque es sencillo de hacer mediante la conocida como prueba del talón que ya se practica para la determinación de algunas enfermedades en todos los recién nacidos. Segundo, porque es económico y fiable.

“Podríamos diagnosticar a todos los posibles afectados sin incurrir además en falsos positivos”. Y tercero, porque existen terapias, las ya disponibles y las que están por llegar en un futuro muy próximo, que pueden mejorar de forma muy notable la evolución de la enfermedad. “Tardaremos más o menos, pero lo vemos claro. El cribado tiene que realizarse sí o sí porque permitirá diagnosticar y tratar a todos los pacientes antes de la aparición de síntomas”.

La terapia génica se utiliza ya como tratamiento para la AME en Estados Unidos y, tras recibir la opinión positiva del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP), está previsto que llegue a Europa y a España en un futuro muy próximo.

 

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